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Hana se encontraba en su habitación del convento, sentada junto a la ventana. Sus ojos se perdían en el jardín que tanto amaba, un lugar donde las flores danzaban al ritmo del viento y los pájaros cantaban melodías que parecían susurrar secretos. El sol de la mañana iluminaba el espacio, creando un halo dorado alrededor de las plantas, y Hana se sentía en paz, aunque una ligera inquietud burbujeaba en su interior.
De repente, un toque suave en la puerta la interrumpió. Con un ligero sobresalto, se giró hacia la entrada. Al abrir la puerta, se encontró con la madre superiora, una figura que siempre irradiaba calidez y sabiduría.
-Buenos días, madre superiora -saludó Hana con una inclinación respetuosa.
-Buenos días, querida -respondió la madre superiora con una sonrisa que iluminaba su rostro-. Necesito hablar contigo un momento. Estoy en mi oficina.
-Sí -dijo Hana, sintiendo una mezcla de curiosidad y nerviosismo mientras seguía a la madre superiora por los pasillos del convento.
A medida que se acercaba a la oficina, Hana no podía evitar preguntarse qué querría discutir. ¿Se habría enterado de sus escapadas nocturnas al jardín? La idea le provocó un ligero escalofrío.
Al llegar frente a la puerta entreabierta de la oficina, Hana pudo escuchar voces. La madre superiora estaba hablando con alguien más.
-Esta noche -dijo con tono firme-. Así será, joven Jeon.
"¿Joven Jeon?", pensó Hana, intrigada. No conocía a nadie con ese apellido. Antes de que pudiera reflexionar más sobre ello, decidió tocar la puerta y entró cuando la madre superiora le dijo que pasara.
-Aquí estoy, madre -anunció Hana, inclinando su cabeza en señal de respeto.
-Toma asiento -le indicó la madre superiora con un gesto amable. Hana obedeció, manteniendo la mirada baja en sus manos entrelazadas.
-Hana -comenzó la madre superiora, y al oír su nombre, Hana levantó la vista-. Ya tienes dieciocho años y es momento de que salgas a conocer el mundo.
Las palabras de la madre superiora resonaron en su mente como un eco inesperado. Nunca había salido del convento, y ahora le estaban diciendo que tenía que aventurarse más allá de sus muros.
-No te preocupes -continuó la madre superiora-. Estarás dos meses fuera del convento, y si no te gusta lo que hay allá fuera, las puertas de este convento están abiertas para ti.
-Pero madre superiora, yo nunca he salido del convento... además, ¿dónde iré a vivir estos dos meses? -preguntó Hana, sintiendo que una sombra de tristeza se cernía sobre ella.
-Todo está resuelto -dijo la madre superiora mientras abría una de sus gavetas y sacaba un pequeño papel. Se lo entregó a Hana-. Esta es la dirección de donde te vas a quedar por este tiempo.
Hana miró el papel con atención y su corazón dio un vuelco al leer "Familia Jeon". El apellido resonaba en su mente como un eco persistente de lo que había escuchado antes.
-Te irás esta noche -informó la madre superiora, sacando a Hana de sus pensamientos.
-Pero... -intentó protestar.
-Pero nada, señorita -interrumpió la madre superiora con firmeza-. Ahora ve a hacer tus maletas.
Sin más que decir, Hana salió de la oficina con el corazón latiendo desbocado. La incertidumbre la envolvía mientras se dirigía a su habitación.
El tiempo pasó rápidamente y pronto llegó el momento de partir. Se despidió de cada una de las monjas, sintiendo un nudo en el estómago al dejar atrás el único hogar que había conocido. La madre superiora le dio un fuerte abrazo, como si supiera que era un adiós definitivo.
-¿A dónde irá, señorita? -preguntó el chofer cuando Hana se subió al taxi.
-A aquí -dijo Hana, entregándole el papel con la dirección que le había dado la madre superiora.
-¿Segura que es ahí? -el chofer pareció sorprendido.
-Sí -respondió Hana con determinación, aunque su corazón latía con ansiedad.
-Bueno -dijo el chofer mientras arrancaba el auto-. Vamos entonces.
Mientras el taxi se alejaba del convento, Hana miró por la ventana hacia atrás, despidiéndose del lugar que había sido su refugio. En su interior, una mezcla de miedo y emoción burbujeaba al pensar en lo desconocido que le esperaba. ¿Quién era realmente la familia Jeon? ¿Y qué aventuras le aguardaban bajo el cielo de Seúl.
Arriba les dejo una foto de Hana.
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𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐞𝐥 𝐂𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐞ú𝐥
Storie d'amoreLa historia sigue a Hana, una joven monja que ha pasado toda su vida en un convento, rodeada de la paz y la rutina de su hogar. A sus dieciocho años, la madre superiora decide que es hora de que Hana explore el mundo exterior. A lo largo de la histo...