"Una Nueva Meta"

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Tras horas de combate, ambos se encontraban agotados, pero con una sonrisa en sus rostros. Caulifla se dejó caer al suelo, respirando agitadamente. Goku, aunque cansado, se sentó a su lado.

“Eres increíble, Caulifla”, dijo Goku. “No puedo esperar para ver cuán fuerte te vuelves.”

Caulifla lo miró de reojo. Nunca había sentido algo como esto antes. Ese deseo de superarse no era solo para sí misma, era por él. Quería demostrarle que podía ser su igual, que podía estar a su nivel, no solo como luchadora, sino también como compañera.

“Voy a alcanzarte, Goku”, dijo con determinación. “Y cuando lo haga, quiero que estés ahí para verlo.”

Goku, con su típica sonrisa, respondió: “Siempre estaré aquí para entrenar contigo. Vamos a seguir creciendo juntos.”

Y así, en ese momento, dos almas guerreras comenzaron un viaje que los llevaría no solo a superar sus límites físicos, sino también a descubrir los sentimientos que habían nacido en el calor de la batalla.

El cielo de Sadala estaba teñido de tonos naranjas y violetas mientras el sol comenzaba a ponerse, marcando el fin de un largo día de entrenamiento. El ambiente alrededor de Goku y Caulifla estaba cargado no solo por el agotamiento físico, sino por una energía diferente, una que ninguno de los dos comprendía del todo.

Caulifla respiraba pesadamente, con el cuerpo lleno de sudor, pero sus ojos seguían brillando con intensidad. Se sentía más viva que nunca. Aunque había perdido otra vez, algo dentro de ella gritaba que no estaba tan lejos de alcanzarlo.

“Tsk, no puedo creer que sigas tan fresco,” murmuró, entrecerrando los ojos mientras veía a Goku estirarse despreocupadamente.

Goku soltó una carcajada, colocando sus manos detrás de la cabeza en su típico gesto relajado. “Jajaja, tú también eres increíble, Caulifla. Me lo he pasado genial entrenando contigo. Has mejorado muchísimo.”

La Saiyajin frunció el ceño, cruzando los brazos con frustración. “¿Divertido? ¡No es un juego, Goku! ¡Voy a vencerte algún día y lo sabes!”

Goku, con su sonrisa inmutable, se acercó y se sentó a su lado en el suelo, sin perder ese brillo en sus ojos. “Sé que lo harás. Tienes lo que se necesita. Lo puedo sentir.”

Esas palabras resonaron profundamente en Caulifla. Aunque siempre había sido una líder y una luchadora imparable, la seguridad que Goku depositaba en ella la hacía sentir algo extraño. Algo que nunca había sentido antes. Una mezcla de gratitud, admiración y… una pizca de algo que no quería admitir.

“Pff… Siempre con esa actitud despreocupada. ¿Nunca te tomas nada en serio?” espetó, tratando de ocultar su creciente aprecio por él.

Goku la miró, esta vez con un gesto más suave. “Claro que me tomo las cosas en serio. Pero luchar, para mí, siempre ha sido algo que me hace sentir libre. Como si nada más importara. Y cuando peleo con alguien como tú, que quiere volverse más fuerte… es lo mejor que hay.”

Caulifla se quedó en silencio por unos segundos, procesando esas palabras. Ella también sentía algo parecido. Desde que conoció a Goku, había entendido que el combate no solo era una cuestión de ganar o perder, sino de descubrir hasta dónde podía llegar. Y ese sentimiento la atraía más de lo que le gustaría admitir.

Se levantó de golpe, sin decir nada, sacudiéndose el polvo de la ropa. Goku la miró, confundido.

“Voy a entrenar aún más duro, Goku. La próxima vez que nos enfrentemos, no será como hoy. ¡Te superaré!” exclamó, con los puños cerrados y su aura ardiendo a su alrededor.

Goku sonrió, poniéndose de pie. “Eso es lo que me gusta escuchar. Vamos a seguir empujando nuestros límites.”

Antes de que Caulifla pudiera responder, ambos sintieron una fuerte presencia acercándose. Era Champa, el Dios de la Destrucción del Universo 6, quien apareció flotando junto a Vados, su ángel.

“¡Eh, Goku! ¡Ya es suficiente! ¡Devuélveme a mi Saiyajin!” gruñó Champa, con los brazos cruzados y una expresión de disgusto.

Goku se rascó la cabeza, riendo nerviosamente. “Oh, lo siento, Champa. Solo quería entrenar un poco.”

Caulifla frunció el ceño, molesta por la interrupción. “¿Qué demonios quieres, Champa? Aún no he terminado.”

Champa la miró con impaciencia. “¡Ya es suficiente entrenamiento! Vados me dijo que habías estado entrenando todo el día, y no quiero que te destrocen antes de que seas útil para algo.”

Goku se giró hacia Caulifla, notando su frustración, y antes de que ella pudiera replicar algo grosero, habló. “No te preocupes, Caulifla. Volveré pronto para seguir entrenando. Tienes mucho potencial.”

Caulifla sintió una pequeña punzada en su pecho al escuchar eso. Aunque no quería mostrarlo, la idea de que Goku se fuera le resultaba extrañamente… decepcionante. Había algo en su presencia que la hacía querer ser más fuerte, no solo para superarlo, sino para estar a su altura.

Goku hizo una seña con la mano antes de volar hacia Vados, listo para regresar al Universo 7. Pero antes de irse, se detuvo un segundo y la miró de nuevo.

“Recuerda, Caulifla. No es solo cuestión de fuerza, sino de cómo usas tu energía. ¡Nos vemos pronto!” dijo antes de desaparecer junto a Vados y Champa.

El silencio volvió a instalarse en el campo de entrenamiento, y Caulifla se quedó mirando el cielo vacío por unos segundos. Kale, quien había estado observando todo desde la distancia, se acercó con una sonrisa tímida.

“¿Te encuentras bien, Caulifla?” preguntó Kale.

Caulifla respiró profundamente, tratando de ocultar su frustración. “Sí, estoy bien. Pero… no puedo creer que siga siendo tan fuerte. Kale, vamos a entrenar aún más duro. ¡No podemos quedarnos atrás!”

Kale asintió rápidamente, pero había algo más en su mente. “Caulifla, ¿te das cuenta de que cuando hablas de Goku… parece que lo admiras?”

Caulifla se tensó, su rostro enrojeció levemente y se volvió hacia Kale con una mirada fulminante. “¡Eso no es cierto! Solo lo respeto… ¡Es un guerrero fuerte, nada más!”

Pero incluso mientras decía esas palabras, no podía ignorar el latido acelerado en su pecho. Había algo más en esa conexión con Goku. Algo que no podía definir del todo… todavía.

Continuará…

"Dos Almas Guerreras" [Goku x Caulifla]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora