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El otro alfa de cabellos oscuros observó con curiosidad a su amigo, quien a su lado había soltado un profundo suspiro digno de un tonto enamorado, con sus grandes y relucientes ojos de cachorrito iluminados en ilusión; Félix sonreía, una sonrisa amplia de labios cerrados que hacían a sus ojos achicarse y pequeñas arrugas dibujarse a sus costados, feromonas de cariño emanando de su cuerpo. Fueron tantas que el alfa a su lado tosió con leve desagrado, cubriéndose un poco la nariz con el barbijo negro.

Habían estado hacía ya un buen rato recargados en los barandales del pasillo en el segundo piso de la institución, hablando sobre un montón de estupideces para pasar el rato en lo que sus demás amigos llegaban, cuando de pronto Félix pareció ponerse alerta; Dario incluso llegó a pensar que, si tuviera cola física, estaría moviéndose de un lado a otro sin control, con las orejas alzándose y bajando atentas a todo sonido.

— ¿Por qué Félix huele como omega en celo? —el aludido bufó ante la clara burla del beta moreno que se acercó para rodear sus hombros, sacudiéndose para quitárselo de encima. Chapa pareció divertirse mucho más ante su reacción esquiva.

— Seguramente está así por esa niña, ¿no es así, Félix? —la suave voz del alfa peliblanco no tenía tonos melosos, en realidad sus labios le sonreían comprensivos y los pequeños ojos parecían amigables. Daniel quizás era uno de los más bromistas de su grupo de amigos, pero sin duda él era uno de los que no se burlaban en serio cuando lo veían de ese modo; quizás jugueteaban porque era divertido cuando uno de ellos se sonrojaba hasta las orejas, pero se ponían serios después para ayudarse.

Como en esos momentos, donde sus tres amigos pusieron ojos de halcón hacia el punto donde Félix había estado mirando hasta hace un momento, observando a la omega que hablaba con una pareja sentados en las mesas de piedra del jardín trasero. Lucía enfurruñada, quizás quejándose con la pareja de algo, pero ellos parecían divertirse y burlarse un poco, sólo intensificando el ceño fruncido de Samantha.

— Espera, ¿esa no es tu sudadera? —el moreno preguntó con una ceja alzada, ganándose la pigmentación en las mejillas de Félix.

— Uhm, se la dejé el otro día cuando regresábamos a casa.

Entonces los tres chicos soltaron exclamaciones grupales, riéndose y palmeando de manera burlona los hombros del pelinegro, con Félix bufando y quitándoselos de encima de nuevo. Porque entendieron que la razón de ese aroma de felicidad en el alfa era porque haber visto a la omega que le gustaba llevando una sudadera suya que estaba impregnada con su olor le había puesto como un cachorro contento. Era como si de alguna manera la omega aceptara llevar su perfume encima, como una pequeña advertencia de que ya tenía a alguien.

— Entonces, ¿por fin están saliendo?

— No en realidad... —Félix respondió la pregunta de Dario en un murmuro, mientras volvía a apoyar los brazos en el barandal del segundo piso— se la di para cubrirla y que durmiera bien.

— ¿Y cuándo la invitarás a salir?

Frunciendo el ceño, miró a Chapa.— Pero hemos salido antes.

— No, ustedes solos, no con Valdo.

Félix lo pensó un momento, reconociendo que no podía recordar un momento en donde Samantha y él hayan salido juntos sin Osvaldo, siempre habían estado juntos los tres, ¿y en realidad? Eso no le molestaba.

Quizás al principio sí que había sido molesto, las riñas entonces con Osvaldo eran mucho más tensas que en la actualidad, pero con el paso de los días comenzaron a aminorar los celos y las discusiones fuertes para pasar a un trato de paz donde se compartían el buscar la felicidad de la omega. A ambos de verdad que les gustaba Samantha, y de algún modo terminaron acostumbrándose a la compañía del otro.

<Cappuccino Candy> Omegaverse [Rivers] [Elmariana] [Producción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora