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Sabi rió risueña al contacto de la nariz que olisqueaba su cuello con verdadera curiosidad, poniendo una mano en el rostro del alfa castaño para alejarlo, riéndose otro poco cuando comenzó a olfatear sus dedos.

— ¡Ya! ¿Qué se supone que haces, Valdo?

— Es que hueles demasiado a Sebastián, ¿te hizo algo?

La omega negó sonriente, acomodándose sobre el césped del jardín de la institución para colocar su mochila sobre sus piernas, así sacando de después su almuerzo y prepararse para comer.

Junto a Osvaldo se encontraban en unas horas libres comiendo algo, donde el alfa no pudo contenerse más y decidió preguntar lo que llevaba queriendo cuestionar desde que vio a la omega entrar en su primera clase del día. Aunque ciertamente ya tenía una razón en mente, quería escucharlo directo de los labios de su mejor amiga.

— Pasamos su celo juntos, normal que huela a él —había dicho con total normalidad, sonriendo como una niña inocente antes de darle una mordida a una de sus quesadillas.

— Dime que se cuidaron...

— Uhm... nos cuidamos tanto como pudimos en los asientos traseros de su auto frente a mi casa —rió ante la mueca asqueada de Osvaldo—. Pasar el celo con tu pareja es completamente normal, tú harás lo mismo con Samantha en algún momento.

Osvaldo, quien había estado bebiendo de su botella de refresco, comenzó a toser por el repentino comentario de la omega, quien sólo soltó fuertes carcajadas al verlo empaparse la camiseta por el brusco movimiento de la tos, golpeando su pecho con la palma abierta para intentar controlarse un poco. Todo mientras su supuesto mejor amiga se dedicaba a revolcarse por el césped riendo a carcajada suelta, risas que verdaderamente podrían sonar malvadas.

— Eres un... una degenerada —murmuró con un tono receloso tomando agua de la botella del omega, quien incluso se había acostado en el césped, acomodando su cabeza en las piernas del castaño con su sonrisa de villana dibujada en el rostro.

— Ni siquiera eres virgen, no entiendo porqué exageras.

El alfa bufó, acariciando distraído los cabellos rojos de su amiga.— Porque en serio quiero a Samantha, no lo sé... ella no nos toma ni a Félix ni a mí en serio, así que sólo puedo pensar en cortejarla como se debe. No sexo, sonrisas sí... quizás besitos si me deja...

Sabi hizo una mueca, pues ella conocía bien los sentimientos que tenía su mejor amigo hacia su hermana menor; ella misma estuvo ahí la primera vez que se le confesó. Fue hace meses cuando repentinamente había estado un poco celoso de la manera en que la omega menor pasaba tiempo con aquel alfa de grados mayores, quien parecía realmente feliz a su lado.

Ambos sabían quién era, puesto que compartía el club de fotografía donde Osvaldo también asistía, por lo que era algo así como un conocido cercano que no pasaba a ser amigo, bien siendo alguien con quien ambos entablaban conversaciones de vez en cuando.

Pero no por eso fue menos desconcertante verlo al lado de Samantha hablando como si se conocieran de toda la vida, siendo que en realidad conoce a Osvaldo desde que era un mocoso de trece años.

¿Qué resultó de esa confesión? Samantha sólo pudo reírse cuando Félix también tomó la decisión de admitir sus sentimientos, y decir con una sonrisa divertida Ambos son adorables... ¿quieren ir por un helado? teniendo después a ambos alfas detrás de ella como un par de fieles cachorritos.

Y así continuó meses después de ello, Samantha sólo los dejaba acompañarle y cumplía algunos de sus pequeños caprichos como era el llevarle la mochila o permitir que se encargaran de comprar el almuerzo. No porque estuviese aprovechándose de ellos, en realidad era porque Samantha no podía evitar sentirse enternecida por la manera tan linda de mirarle con esos ojos brillantes de ilusión.

<Cappuccino Candy> Omegaverse [Rivers] [Elmariana] [Producción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora