Después de esa noche intensa en el auto, Lilly se sentía perdida en un torbellino de emociones. Cuando finalmente bajo del auto, su corazón seguía latiendo con fuerza. Decidió tomar un taxi para regresar a casa, aún sintiendo la calidez de sus caricias en su piel.
Al llegar, su esposo la esperaba en la entrada. “¿Por qué no llegaste con tu auto?” preguntó él, con una mezcla de preocupación y curiosidad. “Se me ponchó una llanta,” respondió Lilly, tratando de sonar casual mientras su mente aún estaba atrapada en los recuerdos de Noroña.
“¿Y nuestro hijo?” preguntó ella, “Se fue a dormir a casa de unos amigos,” contestó su esposo. La casa estaría sola esa noche, un hecho que no pasó desapercibido para Lilly.
Con una sensación de confusión y deseo aún latente, decidió que lo mejor sería darse un baño para relajarse. Se metió en la ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre su cuerpo. Mientras el vapor llenaba el baño, su mente comenzó a divagar hacia los momentos compartidos con Noroña.
Recordó cómo él había pasado sus manos por su pecho, cómo había sujetado su cuello con ternura y deseo. Lilly cerró los ojos y dejó que esos recuerdos la envolvieran. Su mano comenzó a deslizarse por su propio cuerpo, evocando las caricias de Noroña: cada beso apasionado, cada roce que había encendido una chispa en ella.
En medio de esos pensamientos, el sonido de la puerta del baño abriéndose la sacó de su ensueño. Su esposo entró sin previo aviso y la tomó por la cintura. Lilly se asustó al principio, pero al mismo tiempo sintió un estremecimiento recorriendo su cuerpo.
“No ahora,” murmuró ella casi sin voz, intentando alejarse un poco. Pero su mente seguía siendo un torbellino de imágenes de Noroña; cada beso y cada susurro resonaban como ecos en su cabeza. La lucha interna era intensa: por un lado, quería rechazar a su esposo, pero por otro lado, el deseo latente provenía del recuerdo ardiente de Noroña.
Su esposo se acercó más y Lilly sintió cómo las emociones se mezclaban: amor por él y anhelo por Noroña. Ella se quedó congelada, atrapada entre dos mundos; el amor familiar que conocía y el deseo prohibido que apenas comenzaba a explorar.
“Lilly…” comenzó él suavemente, pero ella no podía concentrarse en sus palabras. En cambio, se vio envuelta en una fantasía donde era Noroña quien estaba allí con ella, sus labios sobre los de ella y sus manos recorriendo cada centímetro de su piel.
Lilly estaba atrapada en su mente, debatiéndose entre lo que había sido y lo que podría ser. Su esposo, al notar su tensión, se acercó más a ella. Con una mano suave, pasó su brazo por su cintura, atrayéndola hacia él con ternura.
“¿Estás bien, cariño?” preguntó él con dulzura, mientras sus dedos comenzaban a deslizarse lentamente hacia su entrepierna. Lilly sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La calidez de su toque era reconfortante, pero también reforzaba sus pensamientos sobre Noroña.
A medida que su esposo continuaba acariciando su piel, Lilly luchaba por concentrarse en él. Su mano se deslizaba cada vez más cerca de su zona íntima, despertando sensaciones contradictorias en ella. Por un lado, había cariño y familiaridad; por otro, el ardor del deseo que había experimentado con Noroña parecía cobrar vida nuevamente.
“Lilly…” murmuró él con voz suave, pero ella seguía atrapada en un torbellino de recuerdos. Imaginó cómo que era Noroña quien la tocaba así, cómo sus manos fuertes y decididas explorabab cada rincón de su cuerpo.
La confusión se intensificaba mientras su esposo seguía acariciándola con delicadeza. “¿No quieres que te haga sentir bien?” preguntó él, notando la resistencia en ella.
Ella podía sentir el amor en sus gestos, pero la imagen de Noroña seguía persiguiéndola. “No sé…” respondió Lilly con un hilo de voz, mientras su mente oscilaba entre el deseo por lo prohibido y el amor por lo conocido.
Su esposo se acercó aún más, sus labios rozando su piel con dulzura. La mezcla de emociones la dejó sin aliento; cada caricia era un recordatorio de lo que había perdido y lo que aún tenía.
“Déjame mostrarte cuánto te amo,” continuó él. Y aunque las palabras eran sinceras y llenas de cariño, Lilly no podía evitar pensar en cómo sería si Noroña estuviera allí en ese momento.
Los pensamientos de Lilly la consumían, pero en ese instante, todo se desvaneció cuando su esposo la empujó suavemente contra la pared del baño. La sensación de su cuerpo contra el frío azulejo hizo que su piel se erizara. Él levantó una pierna de Lilly, asegurándose de que estuviera completamente entregada a la pasión del momento.
Mientras él comenzaba a besar su cuello, Lilly sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Cerró los ojos, mordiéndose el labio en un intento de contener el deseo que la invadía. Con cada beso, cada roce de sus labios, ella acariciaba el cabello de su esposo, disfrutando de la conexión entre ellos.
Sus manos se movían a lo largo de su espalda mientras él exploraba su intimidad con los dedos. El calor aumentaba y en su pensamientos estaba Noroña, sin importarle el deseo que su esposo despertaba en ella.
“Eres todo lo que quiero,” susurró él entre besos, mientras sus manos continuaban acariciando esa zona tan íntima. Lilly sentía cómo sus sentidos se intensificaban con cada toque, cada caricia.
De repente, él cerró la llave de la regadera, dejando caer el agua y creando un ambiente aún más íntimo. Con un movimiento decidido, comenzó a guiarla hacia afuera del baño, entre besos apasionados.
Cuando llegaron a la habitación, el aire húmedo envolvía sus cuerpos aún mojados. Lilly sintió cómo caía sobre la cama con suavidad, el colchón cediendo bajo su peso. Miró hacia arriba y vio a su esposo acercarse lentamente, con una mirada cargada de deseo.
“Déjame cuidar de ti,” dijo él con voz profunda mientras se inclinaba sobre ella. La habitación estaba impregnada de una mezcla de amor y pasión que hacía vibrar cada fibra del ser de Lilly.
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50 Sombras del Senado
DiversosUna historia de pasión y atrevimiento entre dos figuras políticas rivales Lilly Téllez y Fernández Noroña.... ¿que sucederá fuera del senado?