El inicio de un gran escándalo

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Los días pasaron después del intenso encuentro entre Lilly y Noroña. La tensión en el aire era palpable, especialmente con la próxima conferencia en el Senado, donde Lilly debía defender su postura sobre un tema crucial. La sala estaba llena de senadores de diferentes partidos, y Lilly se sentía lista para enfrentarse a sus oponentes, pero en el fondo, la presencia de Noroña la inquietaba.

Cuando finalmente llegó su turno de hablar, Lilly expuso sus argumentos con pasión y claridad. Sin embargo, Noroña no tardó en interrumpirla, defendiendo su posición con vehemencia. “No puedes simplemente desestimar todo lo que hemos logrado,” dijo Noroña, su mirada fija en ella.

“Y tú no puedes seguir siendo un inepto en esto, Noroña,” replicó Lilly, sintiendo cómo la frustración comenzaba a hervir dentro de ella. La discusión se tornó acalorada, con ambos intercambiando palabras afiladas que resonaban en la sala.

La conferencia terminó sin una resolución clara, y los senadores comenzaron a salir del recinto. Lilly salió furiosa, sintiendo que había dado lo mejor de sí pero aún así no había logrado hacer que su voz se escuchara.

Al llegar al estacionamiento, se encontró nuevamente con Noroña. “No puedes seguir llamándome inepto,” le reprochó él con una mezcla de desafío y deseo en sus ojos.

“Porque a veces actúas como uno,” respondió Lilly con firmeza.

Sin previo aviso, Noroña se acercó y la tomó por la cintura, atrayéndola hacia él. La besó intensamente; el beso era tanto una declaración de guerra como una súplica. Lilly intentó rechazarlo al principio, pero la conexión entre ellos era innegable. Sus manos comenzaron a explorar su cuerpo; él deslizó su mano por debajo de su falda.

Lilly sintió cómo su corazón se aceleraba mientras él comenzaba a tocarla en un lugar que nunca pensó que permitiría. “¡Noroña!” gritó ella, deteniéndolo al instante. “No soy tu juguete.”

Con determinación y enojo brillando en sus ojos, se apartó de él y subió rápidamente a su auto. Arrancó el motor con fuerza mientras miraba hacia atrás; Noroña se quedó allí parado, sintiendo una mezcla de frustración y deseo que lo dejó sin aliento.

Mientras se alejaba del estacionamiento, Lilly sabía que esta confrontación solo había intensificado la tensión entre ellos. Era un juego peligroso que ambos parecían estar dispuestos a jugar.

50 Sombras del Senado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora