Mientras Lilly llasia sobre la cama, su mente comenzó a divagar. En su interior, los límites de la realidad se desdibujaban, y en lugar de su esposo, era el objeto de su deseo quien estaba allí, era Noroña desatando una ola de pasión que la consumía.
Con un gesto de erotismo que evocaba sus fantasías, Lilly se arqueó suavemente hacia atrás, dejando que su esposo comenzara a besar su cuello. Él descendió lentamente, sus labios explorando cada centímetro de su piel, bajando hacia sus pechos. En ese momento, Lilly cerró los ojos y se dejó llevar, imaginando que es Noroña quien está con ella.
La mente de Lilly se llenó de imágenes ardientes. Las manos de su esposo acariciaban suavemente sus pechos, apretándolos con ternura mientras él continuaba su descenso por su abdomen. Cada roce lo sentía como si fuera el contacto de su amante ideal, intensificando su deseo y haciéndola perder la noción del tiempo.
“Ahh... mmm...” un gemido escapó de sus labios mientras ella se entregaba al placer. Su cuerpo respondía con cada caricia, cada beso; la línea entre lo real y lo imaginado se desvanecía.
Con un movimiento sensual, Lilly levantó las piernas y las entrelazó alrededor de la cintura de su esposo. Fue en ese instante que llegó el momento más inoportuno; él comenzó a introducir su amor. Un sarpullido recorrió su cuerpo y apretó las sábanas con fuerza. Su esposo se sorprendió al notar esta nueva faceta de Lilly; nunca había sido tan erótica con él. Sin embargo, no dijo nada y continuó moviéndose dentro de ella.
Mientras tanto, en la mente de Lilly seguía imaginando que era Noroña con quien estaba compartiendo este momento ardiente. Cada empuje la hacía sentir más viva, más deseosa. Los gemidos que escapaban de sus labios eran ecos del deseo profundo que sentía por él y por la fantasía que había creado en su mente.
A medida que su esposo aumentaba la velocidad, el ritmo se volvía más intenso, y Lilly se sentía completamente entregada al momento. La excitación la envolvía como una manta caliente, y no pudo evitar dejarse llevar por la pasión que la consumía.
Con cada embestida, el deseo crecía dentro de ella, llevándola a un estado de euforia. Sus manos comenzaron a moverse por sí solas; apretó las sábanas con fuerza, sintiendo cómo cada fibra del tejido se entrelazaba con su excitación. Luego, una mano comenzó a explorar su propio cuerpo.
Lilly se acarició los pechos con movimientos circulares, sus dedos presionando suavemente mientras disfrutaba de la sensación. Se mordió los labios, tratando de contener los gemidos que deseaban escapar de su garganta. Cada toque era un recordatorio de su deseo reprimido y de la fantasía que la mantenía cautiva.
Mientras sus dedos danzaban sobre su piel, Lilly se dejó llevar por una oleada de placer. La combinación del cuerpo de su esposo dentro de ella y sus propias caricias creaba una sinfonía de sensaciones que la llevaban al límite.
Las sábanas crujían bajo sus manos mientras continuaba tocándose, sintiendo cómo cada movimiento aumentaba su deseo. La mente de Lilly seguía en otro lugar, imaginando que es Noroña en ese momento perfecto, disfrutando cada instante como si fuera un sueño del que no quería despertar.
Los gemidos comenzaron a fluir más libremente, y Lilly sintió que estaba a punto de alcanzar el clímax. La conexión entre lo real y lo imaginado se volvió más intensa, y sabía que estaba a punto de cruzar una línea que cambiaría todo.
La energía en la habitación cambió cuando él, con una sonrisa traviesa, tomó el control de la situación. Con firmeza, tomó las manos de Lilly y las presionó contra la almohada, como si quisiera marcar su territorio. Ella sintió una mezcla de sorpresa y emoción ante su confianza, un nuevo aire de dominancia que la encendió aún más.
En un giro inesperado, Lilly se encontró encima de él, con sus caderas alineadas. En ese instante, cuando él entró dentro de ella, se desató una oleada de placer que la llevó a perderse en el momento. No pudo contenerse; su cuerpo reaccionó por instinto, lanzándose hacia atrás mientras movía su cabello húmedo por el agua y el sudor.
Con sus manos apoyadas en los hombros de su esposo, comenzó a moverse suavemente. Cada movimiento tenía un ritmo casi hipnótico, saltando y girando en círculos. Esta nueva Lilly era audaz y juguetona, dejando a su esposo desconcertado pero también encantado. Nunca había visto ese lado de ella, y le fascinaba.
Mientras ella se mordía los labios, su mente seguía atrapada en la fantasía con Noroña. En su interior, era un torbellino de emociones; cada caricia y cada mirada eran intensamente reales y envolventes. La conexión entre ellos se volvía más intensa con cada segundo.
Él, sintiendo su cambio de energía, comenzó a agarrarla por la cintura con firmeza. Sus manos exploraron su cuerpo, tocando sus pechos mientras ella continuaba moviéndose con esa nueva sensualidad que había emergido en ella. La habitación estaba llena de gemidos suaves y risas cómplices; ambos estaban descubriendo algo nuevo y emocionante entre ellos.
Lilly estaba completamente inmersa en el momento, disfrutando cada caricia y cada mirada que compartían. El deseo los envolvía como una ola imparable, llevándolos a un punto donde todo lo demás desaparecía.
Lilly, sintiendo que estaba al borde del éxtasis, comenzó a bajar un poco el ritmo. Su cuerpo estaba en llamas, pero había una parte de ella que sabía que necesitaba un momento para respirar. Con cada movimiento, se acercaba más al clímax, y una sensación abrumadora la invadía.
De repente, un pequeño grito suave escapó de sus labios: "No puedo más... he llegado a mi límite." Fue un susurro lleno de placer y vulnerabilidad que resonó en el air. En ese instante, dejó de morderse el labio inferior y, con un movimiento delicado, retiró sus manos de los hombros de su esposo.
Mientras su cabello caía en cascada alrededor de su rostro, Lilly comenzó a tocarse suavemente, dejando que sus dedos recorrieran su piel. A medida que subía y bajaba, sentía cómo la conexión entre ellos se intensificaba, pero también había una necesidad de reconectar con la realidad.
Cuando finalmente bajó la mirada y sus ojos se encontraron con los de su esposo, algo cambió. La bruma del deseo se disipó por un momento, y la claridad la envolvió. Se dio cuenta de que realmente estaba allí con él, su esposo, y no con Noroña como había imaginado en su mente.
Ese instante fue revelador. La mezcla de amor y deseo tomó forma en su corazón. Se sintió un poco desorientada al principio, pero también liberada. Lilly sonrió forzadamente al darse cuenta de que era su esposo quien estaba allí para ella en este momento íntimo.
Con renovada energía y una chispa en sus ojos, volvió a colocar las manos en el pecho de él. La conexión entre ellos era palpable; cada latido resonaba como un eco de lo que compartían.
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50 Sombras del Senado
RastgeleUna historia de pasión y atrevimiento entre dos figuras políticas rivales Lilly Téllez y Fernández Noroña.... ¿que sucederá fuera del senado?