Fuego y reconciliación.

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La tensión en el aire era palpable cuando Lili entró a la cocina, sus ojos aún ardían por la discusión que habían tenido. Noroña la siguió, cerrando la puerta suavemente detrás de él. "Lili, espera", dijo, su voz un susurro cargado de emoción.

Ella se dio la vuelta, cruzando los brazos. "No quiero hablar de eso ahora", respondió, pero su mirada traicionaba su deseo de resolver las cosas.

Noroña dio un paso adelante, acercándose a ella. "Pero yo sí quiero", insistió. "No puedo dejar que un par de tweets arruinen lo que tenemos". Su tono era serio, pero había una chispa en sus ojos que la atrajo.

Lili sintió cómo su corazón latía más rápido. "¿Y qué es lo que tenemos?", preguntó con un leve desafío. Sin esperar respuesta, Noroña la tomó de la cintura y la acercó a él. La cocina se llenó del aroma del café recién hecho mientras sus cuerpos se encontraban.

Sus labios se encontraron en un beso apasionado, una mezcla de rabia y deseo que había estado acumulándose durante días. Ella respondió al beso con fervor, dejando que sus preocupaciones se desvanecieran por un momento.

Sin separarse, comenzaron a moverse hacia la sala. Las paredes estaban adornadas con recuerdos compartidos y secretos guardados. Cada paso que daban era un recordatorio de lo que realmente importaba; el amor oculto entre ellos.

En la sala, tropezaron con un sofá, riendo entre besos y caricias. "Esto no está bien", murmuró Lili entre risas, aunque no quería detenerse.

"¿Qué es lo correcto?", preguntó Noroña, mientras acariciaba su cabello. "¿Separarnos por lo que piensen los demás?".

Con una mirada decidida, Lili lo besó nuevamente y lo guió hacia el cuarto. La puerta se cerró detrás de ellos con un suave clic, como si el mundo exterior ya no existiera.

En el silencio del cuarto, él tomó su rostro entre sus manos y le dijo: "Te necesito". Ella sonrió, sintiendo cómo el amor y la pasión reemplazaban cualquier resentimiento. Se dejaron llevar por el momento; todo lo demás se desvaneció mientras se entregaban el uno al otro.

El ambiente en el cuarto era cálido y cargado de una electricidad palpable, como si cada rincón estuviera lleno de susurros no dichos. Noroña, sintiendo la urgencia del momento, deslizó sus manos por la espalda de Lili, sintiendo la suavidad de su piel a través de la tela. Con un movimiento delicado, comenzó a desabrochar su blusa, cada botón que se abría liberaba un poco más de tensión y un poco más de deseo.

Lili lo miraba a los ojos, buscando su aprobación y reflejando su propia necesidad. Con un ligero temblor en sus manos, ella tomó la iniciativa y comenzó a quitarse la blusa. La tela cayó al suelo, dejando al descubierto su piel suave y radiante bajo la luz tenue del cuarto. Noroña no pudo evitar admirar la belleza que tenía frente a él; cada centímetro de ella parecía brillar con una luz propia.

"Estás hermosa", murmuró él, mientras se acercaba para acariciar su brazo con ternura.

Ella sonrió, sintiendo cómo el calor se acumulaba en su pecho. Con un gesto decidido, Lili tomó el borde de la camiseta de Noroña y comenzó a levantarla. Cuando finalmente se deshizo de ella, ambos quedaron atrapados en una mirada que decía más que mil palabras.

Sin prisa, Lili dejó caer sus manos sobre el pecho de Noroña, explorando cada línea y curva. Él respondió inclinándose hacia ella, sus labios apenas rozando los suyos mientras continuaban despojándose el uno al otro de las barreras físicas que habían mantenido entre ellos.

La emoción crecía con cada prenda que caía al suelo. La ropa se convertía en un símbolo del pasado; cada pieza retirada era un paso hacia la vulnerabilidad total. Noroña tomó las manos de Lili y las guió hacia su cinturón, ayudándola a desabrocharlo con suavidad.

50 Sombras del Senado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora