Entre el debate y la pasión

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Después de varios días Lilly regresa al senado está vea con su postura en contra de la militarización del país.Mientras Lilly se mantenía firme en su postura en la tribuna, el ruido de las interrupciones por parte de la bancada de senadores de Morena crecía a su alrededor. Se podía ver la frustración en su rostro, pero su determinación no flaqueaba.

“¡No permitiré que silenciemos nuestras voces!”, exclamó Lilly, desafiando a sus oponentes. “La militarización no es la respuesta; necesitamos escuchar a nuestro pueblo”.

Noroña, al escucharla, se levantó de su asiento. “¡Silencio! Aquí se respetan todas las opiniones. Senadora Téllez, sigua adelante.”

El aplauso de algunos senadores resonó en la sala, pero los murmullos continuaron. Después de unos momentos tensos, Noroña decidió que era hora de un receso. Ágilmente y tratando de que nadie lo viera se acercó a Lilly y le dijo en voz baja: “Vamos a hablar, necesitas un respiro”.

“¿Crees que esto cambiará algo?”, preguntó Lilly con un suspiro cansado, mientras salían del hemiciclo.

“Si no luchamos, nunca lo sabremos”, respondió él con firmeza.

La llevó hacia los baños, un lugar que parecía tan ajeno a la seriedad del Senado. Una vez dentro, Noroña cerró la puerta con un clic decisivo.

“¿Cómo puedes mantenerte tan fuerte ante todo esto?”, le preguntó Lilly, un destello de admiración en sus ojos.

“Porque creo en ti”, respondió él con sinceridad. “Y esta lucha es nuestra”.

Sin más preámbulos, Noroña se acercó y besó a Lili con intensidad. Ella sintió cómo su corazón latía más rápido mientras se dejaba llevar por el momento. Él la levantó en brazos, llevándola hacia el lavamanos.

“Espera”, dijo Lili entre risas nerviosas mientras él aseguraba la puerta. “No quiero que nos interrumpan”.

Con una mezcla de urgencia y ternura, él comenzó a bajar sus pantalones lentamente, sus dedos rozando suavemente su piel. “Déjame mostrarte cuánto te apoyo”, murmuró él mientras sus labios recorrían su cuello.

El ambiente se volvió cargado de deseo mientras Noroña colocaba suavemente a Lili sobre el lavamanos. Su respiración se intensificaba y el mundo exterior desapareció; solo existían ellos dos en ese pequeño refugio.

Los besos se tornaron más apasionados y desesperados. El sonido del agua corriendo desde el grifo era lo único que rompía el silencio entre ellos mientras hacían el amor en ese lugar prohibido, entregándose por completo uno al otro.

Lili sintió una oleada de calor recorrerla mientras se entregaba al instante, sin pensar en las consecuencias ni en lo que dejaban atrás. Era solo ellos dos, atrapados entre la pasión y el deber.

Después de la sesión en el Senado, Lili y Noroña se despidieron en el vestíbulo, cada uno con el corazón latiendo con fuerza. La conversación habitual sobre la política y los asuntos del día parecía distante, como si estuvieran en un mundo aparte.

Al llegar a casa, Lili no podía sacudirse la sensación de lo que había ocurrido. Se sentó en su sofá, las luces apagadas, y dejó que sus pensamientos se desbordaran. La imagen de Noroña, su risa, el roce de sus manos… todo le daba vueltas en la cabeza. ¿Cómo había llegado a ese momento? ¿Qué significaba para ellos?

Se preguntaba si él también estaría pensando en ella. La idea le provocaba una mezcla de emoción y ansiedad. Pese a las complicaciones que eso podría traer, no podía evitar sonreír al recordar su mirada intensa y cómo había sentido que el tiempo se detenía.

Por otro lado, Noroña llegó a su apartamento y se dejó caer sobre la cama. Sus pensamientos estaban igual de revueltos. La adrenalina del momento seguía corriendo por sus venas. No podía dejar de recordar cómo Lili lo miró antes de que todo sucediera, esa chispa que encendió algo dentro de él.

Se preguntaba qué pasaría ahora entre ellos. La política era un campo complicado y lleno de juicios, pero también sentía que había algo genuino entre ellos que valía la pena explorar.

Ambos se sumergieron en sus pensamientos, cada uno aferrándose a los recuerdos del baño del Senado como si fueran un secreto compartido. Sabían que no podían ignorar lo que había sucedido; era solo cuestión de tiempo antes de que tuvieran que enfrentarlo.

50 Sombras del Senado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora