La noche de pasión

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Con el aire cargado de deseo, Noroña mantuvo su mirada fija en Lili, sus palabras resonando entre ellos como un eco de desafío y pasión. "No soy bellaco y quiero que te quede claro", repitió, su voz un suave murmullo que vibraba con la tensión del momento.

Sin darle tiempo a responder, Noroña le dio la vuelta con un movimiento ágil, apretando sus manos contra las sábanas. Lili sintió cómo el mundo a su alrededor se desvanecía, dejando solo la conexión ardiente entre ellos. La forma en que él la sujetaba la hacía sentir viva, deseada.

Noroña comenzó a besarle el cuello con una devoción casi reverente. Sus labios se deslizaban por su piel, dejando un rastro de besos húmedos que encendían cada centímetro de su ser. Mientras sus caderas comenzaban a moverse lentamente dentro de ella, Lili sintió cómo una ola de placer la invadía, llevándola a un estado de éxtasis.

El ritmo era sensual, casi hipnótico. Cada movimiento de él hacía que sus cuerpos se fusionaran en una danza perfecta, llena de pasión desenfrenada. Entre suspiros y gemidos de placer, Lili sintió que la intensidad aumentaba; su cuerpo respondía al llamado de Noroña con cada embestida.

Con los ojos cerrados y el aliento entrecortado, ella comenzó a murmurar: "Diga mi nombre correctamente". Su voz era un susurro cargado de anhelo y desafío, un recordatorio del deseo que ardía entre ellos.

Noroña sonrió ante su súplica, sintiendo cómo ese simple pedido encendía aún más su deseo. "Lili", dijo con firmeza mientras aumentaba el ritmo, cada palabra una promesa de devoción y pasión desbordante.

La noche continuó envolviéndolos en un torbellino de sensaciones; cada beso, cada roce era una celebración del deseo prohibido que habían despertado el uno en el otro. El clímax se acercaba, y ambos sabían que esta noche quedaría grabada en sus memorias como un encuentro inolvidable.

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