La realidad de Lilly

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A la mañana siguiente Lilly despertó muy temprano y se quedó acostada, sintiendo el calor del cuerpo de su esposo a su lado. La satisfacción aún vibraba en su piel, pero una sombra de culpa comenzó a deslizarse en su corazón. Había sido un momento apasionado, casi surrealista, y aunque había disfrutado cada instante, no podía ignorar lo que había estado ocurriendo en su mente.

Mientras su esposo sonreía, aún perdido en la euforia del encuentro, Lilly se sumió en sus pensamientos. Había imaginado a Noroña, un secreto que guardaba celosamente, mientras entregaba su cuerpo y su alma a su esposo. Esa imagen había intensificado cada caricia, cada beso. Pero ahora, esa fantasía se sentía como un peso sobre sus hombros.

-¿Qué estoy haciendo? -se preguntó en silencio-. ¿Por qué necesito imaginar a otra persona para sentirme viva aquí?

Miró a su esposo, quien parecía tan feliz y satisfecho. No quería arruinar ese momento perfecto con sus dudas internas. Sin embargo, la lucha entre el deseo y la lealtad la atormentaba. El amor por él era real, pero la atracción hacia Noroña también había encendido algo dentro de ella que no podía ignorar.

Lilly se giró lentamente hacia la ventana, dejando que la luz del sol iluminara su rostro. Era un nuevo día y una nueva oportunidad para reflexionar sobre lo que realmente quería. El secreto que compartía con Noroña era un fuego que la mantenía viva, pero también era una carga que no podía compartir con nadie.

Una parte de ella anhelaba la libertad de poder hablar abiertamente sobre sus deseos y miedos; otra parte temía perder lo que ya tenía. ¿Podría ser posible encontrar un equilibrio entre sus dos mundos?

Su esposo se movió y le dio un suave beso en la frente.

-Te amo -dijo él con ternura-. Estoy tan feliz de tenerte aquí.

Lilly sonrió débilmente, sintiendo el tirón entre lo que quería decir y lo que debía ocultar.

-Yo también te amo -respondió ella, aunque las palabras sabían a mentira en aquel momento.

Con cada día que pasaba, el secreto se volvía más pesado. Sabía que tendría que enfrentarse a sus sentimientos pronto; no podía seguir viviendo en esta dualidad sin arriesgarlo todo.

Posdata:

(Continuará, ustedes me van a sacar de prisión JAJAJAJA)

50 Sombras del Senado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora