Crisis en el senado

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Llegó el martes y es un día soleado en la Ciudad de México y el Senado se preparaba para una sesión crucial. Noroña, estaba en su oficina revisando documentos y mensajes cuando su teléfono vibró. Era Lilly, que siempre traía una chispa a las discusiones.

Lilly:“Noroña, ¿puedes creer lo que pasó anoche? Rechacé a mi esposo en la intimidad. No puedo concentrarme en nada, fue tan extraño si quería pero mi menta deseaba que fueras tú mi el.”

Noroña levantó una ceja, intrigado. Sabía que Lilly tenía una vida personal bastante agitada y que las tensiones no solo se limitaban al Senado.

Noroña:“¿En serio? ¿Y qué planeas hacer?”

Lilly:“No lo sé. Me siento atrapada entre mis responsabilidades aquí y lo que pasa en casa. Es como si todo el mundo esperara que tuviera una vida perfecta, pero no es así, si supieran que nuestro odio en tribuna es amor fuera de ella.

Noroña suspiró. Él también había experimentado esa presión, especialmente siendo presidente. La vida privada de un político siempre está bajo el escrutinio público.

Noroña:“Te entiendo perfectamente. A veces siento que tengo más presión aquí que en casa, y eso no ayuda cuando llego a mi departamento, el ver a emma ahí no me hace sentir bien.”

En ese momento, Noroña no pudo evitar sonreír al pensar en cómo sus conversaciones se habían convertido en un refugio para ambos, un espacio donde podían compartir sus frustraciones sin miedo al juicio de los demás.

Lilly:“¿Y si hacemos un trato? Mientras estemos aquí, nos concentramos en el trabajo y dejamos nuestras vidas personales afuera.”

Noroña:“Trato hecho. Pero cuando termine esta sesión, tenemos que hablar sobre esto más a fondo.”

Ambos estaban de acuerdo, pero sabían que las cosas no serían tan simples. Mientras tanto, la sesión del Senado empezaba a llenarse de murmullos sobre reformas y propuestas, pero Lilly y Noroña tenían otras batallas personales que lidiar.

50 Sombras del Senado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora