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El día había sido largo y agotador para Frankie Stein. Entre las clases de ciencias avanzadas y los proyectos extracurriculares, la monstruo más joven del grupo se encontraba exhausta. Aunque siempre mantenía su actitud positiva y una sonrisa amable, los días de universidad comenzaban a pesarle. Afortunadamente, tenía un plan para esa tarde que le permitía desconectar de todo: Jackson Jekyll, su compañero de aventuras y algo más, vendría a su habitación para pasar el rato.

Cuando Frankie llegó a su cuarto, se dejó caer en la cama con un suspiro profundo. Miró alrededor de su pequeño santuario personal, decorado con luces de neón y pequeños recuerdos de su vida en Monster High. La habitación era su refugio, un lugar donde podía ser ella misma, sin preocupaciones ni juicios. Estaba ansiosa por ver a Jackson, pero también nerviosa. Aunque se sentía completamente cómoda a su lado, la falta de definición en su relación la inquietaba de vez en cuando.

El sonido de unos suaves golpes en la puerta la sacó de sus pensamientos.

—¿Frankie? —se escuchó la voz familiar de Jackson del otro lado.

Con una sonrisa, Frankie se levantó y fue a abrir la puerta. Al verla, Jackson le dedicó una de esas tímidas sonrisas que siempre lograban hacer que Frankie se sintiera especial. Llevaba su típica camisa a cuadros, un poco desordenada por el ajetreo del día, y su cabello, un poco despeinado, le daba un aire despreocupado que a Frankie le encantaba.

—¡Jackson! Pasa, pasa —dijo, apartándose para dejarlo entrar.

Jackson entró, observando el orden meticuloso de la habitación de Frankie, algo que contrastaba con su propio espacio siempre lleno de libros y papeles desordenados. Cerró la puerta detrás de él y se sentó en la cama, mientras Frankie tomaba asiento a su lado, sus rodillas casi tocándose.

—¿Cómo te fue hoy? —preguntó ella, notando que Jackson parecía tan agotado como ella.

—Agotador —respondió Jackson con una risa suave—. Pero ahora que estoy aquí, parece que el día mejoró.

Frankie sonrió, algo sonrojada. Aunque sus interacciones siempre habían sido cercanas, desde que su relación había cruzado la línea entre amistad y algo más, esos comentarios cariñosos de Jackson la hacían sentir más consciente de lo que estaba pasando entre ellos. Pero, al igual que él, tampoco sabía exactamente cómo llamarlo.

—Sí, hoy fue intenso —admitió ella—. Estoy exhausta. Pero me alegra que hayas venido.

Jackson la miró con esa mezcla de admiración y tranquilidad que siempre le transmitía. Frankie, aunque insegura en ciertos aspectos de la vida, se sentía segura con Jackson, y eso era algo que no quería perder.

Ambos se acomodaron en la cama, apoyándose en los cojines, mientras Frankie encendía una pequeña lámpara que emitía una luz suave, envolviendo la habitación en un ambiente cálido y relajante. El silencio que los rodeaba no era incómodo, sino que parecía natural, una señal de que su conexión no necesitaba siempre palabras.

Después de unos minutos de charla ligera sobre sus clases y los profesores, la conversación se fue diluyendo. Frankie jugaba distraídamente con uno de los mechones de su cabello, mientras Jackson miraba sus manos, claramente pensativo. El silencio creció, pero no era tenso. Era como si ambos estuvieran esperando que el otro diera el siguiente paso.

Jackson fue el primero en moverse. Giró levemente su cuerpo hacia ella y le tomó una mano, jugando con sus dedos de manera suave y algo tímida.

—Frankie... —dijo con voz baja, como si intentara medir sus palabras—. Se que hablamos de esto... Pero, a veces siento que debería decir algo sobre... bueno, lo que somos.

Frankie lo miró, su rostro reflejando curiosidad y un poco de incertidumbre. Habían evitado definir lo que tenían durante un tiempo, pero sabía que esa conversación llegaría tarde o temprano.

—Si... Sabes que yo también lo he pensado —admitió ella, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir un poco más rápido—. Pero... la verdad es que no sé si necesitamos ponerle un nombre todavía. Me gusta lo que tenemos. Me gusta cómo me siento cuando estoy contigo, y siento que eso es suficiente por ahora.

Jackson asintió lentamente, sus ojos azules brillando con una mezcla de comprensión y afecto.

—A mí también me gusta estar contigo, Frankie —dijo, acercándose un poco más—. No quiero apresurarnos a definir algo si los dos estamos cómodos así.

Frankie sonrió, sintiéndose más relajada al escuchar esas palabras. Había algo especial en la manera en que ambos podían ser sinceros el uno con el otro, sin presión, sin expectativas.

—Entonces estamos bien así, ¿no? —preguntó ella, inclinándose un poco hacia él.

Jackson soltó una risa suave, encantado por lo fácil que era hablar con Frankie.

—Sí, estamos bien. —Tomó su rostro entre sus manos suavemente, acariciando su mejilla con el pulgar—. Más que bien.

Ese gesto, tan simple pero tan íntimo, fue lo que finalmente rompió cualquier barrera entre ellos en ese momento. Frankie, sintiéndose valiente, se inclinó hacia adelante y besó a Jackson. Al principio fue un beso suave, tímido, pero lleno de significado. Sentía la calidez de los labios de Jackson contra los suyos, y por un momento, todo el agotamiento del día desapareció.

Jackson correspondió al beso con ternura, colocando una mano en la parte baja de la espalda de Frankie, acercándola un poco más a él. Se sentía como si el tiempo se hubiera detenido, y no había nada más en el mundo que importara aparte de ese momento compartido.

Después de unos segundos, ambos se separaron lentamente, sus respiraciones algo entrecortadas, pero con sonrisas en sus rostros.

—Eso estuvo... —comenzó Jackson, pero Frankie lo interrumpió con una risa suave.

—Estuvo perfecto —dijo ella, apoyando su frente contra la de él.

Jackson sonrió, sintiéndose más conectado con Frankie de lo que había estado con cualquier otra persona. Se acomodaron de nuevo, esta vez más cercanos, con el brazo de Jackson alrededor de los hombros de Frankie mientras ella se acurrucaba contra su pecho.

—¿Sabes? —dijo Frankie en voz baja, mirando la lámpara que emitía su luz suave—. A veces pienso en cómo sería si realmente estuviéramos juntos... como pareja, quiero decir. Pero luego recuerdo que me gusta lo que tenemos ahora. No quiero complicarlo si no es necesario.

Jackson la escuchaba atentamente, acariciando su brazo con suavidad.

—Creo que, cuando llegue el momento, lo sabremos —dijo él—. No necesitamos apresurarnos. Esto que tenemos es especial, y no quiero arruinarlo por ponerle un título.

Frankie asintió, sintiéndose completamente en paz con sus palabras. Era cierto. Lo que tenían era único, y no necesitaban que nadie más lo entendiera o definiera. Para ellos, simplemente estar juntos, compartir esos momentos tranquilos, las risas, y los besos robados, era suficiente.

Pasaron el resto de la tarde en silencio, con Jackson jugando con los mechones de cabello de Frankie, y ella dibujando pequeños círculos en su brazo. Compartieron algunos besos más, cada uno más dulce que el anterior, disfrutando de la compañía del otro sin prisas ni presiones.

Finalmente, cuando el sol se oculto totalmente, Jackson suspiró, sabiendo que era hora de regresar a su dormitorio. Se separó de Frankie con suavidad, dejándole un último beso en la frente antes de levantarse.

—Gracias por esta tarde —dijo él, sonriendo mientras se dirigía hacia la puerta—. Nos vemos mañana, Frankie.

Ella le devolvió la sonrisa, sintiéndose más conectada a él que nunca.

—Nos vemos mañana, Jackson.

Y así, mientras la puerta se cerraba, ambos supieron que, sin importar cómo llamaran a lo que tenían, era algo que valía la pena cuidar.

Blood Moon -Monster High AU-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora