𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟎

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(𝐕𝐢𝐜𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐲 𝐀𝐥𝐢𝐜𝐞)

—¿Alice, cariño?— la pelirroja recostada sobre los pechos de la morena hablo, dándose cuenta de que estaba muy callada, la llamó.

—¿Mm?— gruño Alice.

Victoria se levantó un poco y la miro, colocando su mentón en el centro de los pechos de Alice.

—Quiero que sepas que no te guardo rencor por la manera en la que me trataste estos años.

Alice escucho eso, pero decidió no abrir los ojos.

—No quiero hablar de eso, Victoria— e intentó levantarse de la cama.

La pelirroja fue más rápida, se sentó en el abdomen de la morena con una pierna a cada lado, colocó sus manos sobre sus hombros, poniéndola bajo su propio cuerpo.

—No, Alice, me vas a escuchar, porque he pasado años siendo víctima de tus ataques. Y no permitiré que ahora, después de que finalmente hemos aceptado que nos amamos sigas odiandote, un sentimiento que bien puede hacer que te apartes de mí de nuevo, ya que te conozco muy bien— dijo firme.

Alice sonrió, excitada ante el tono autoritario y debido al contacto del sexo húmedo de Victoria en su abdomen.

—Hablando en ese tono tan dominante y con la visión que me estás proporcionando, sentada de esa manera encima de mí, no tengo nada con lo que contra argumentar— dijo la pelinegra, con humor.

Victoria sonrió. Por lo visto Alice ya había llorado todas sus lágrimas y ahora podían, finalmente, tener una conversación.

—Como te decía, tu no tienes la culpa de odiarme por algo que claramente dijo mi madre. Tal vez cualquier en tu situacion habría hecho lo mismo— dijo divertida para intentar relajar aquel asunto.

Alice sonrió de lado, bajó la mirada y habló

—Sabes había deciado que mi padre no existiera o que no se hubiera casado contigo— quería justificarse, porque todavía se sentía mal con ese asunto.

—Alice, tu padre no murió solo porque tú deseaste que no querías que existiera, si el mundo funcionará así todo sería mucho más fácil —dijo acariciando la mejilla de la morena.

—Bebia demasiado y se me hacía más fácil odiarme a mi que aún desconocido— hablo con franqueza.

—¿Por qué bebias tanto en esas épocas Alice?

—¿De verdad no lo sabes?, ¿No te haces al menos una idea?

—¿Por mí?— preguntó sintiéndose culpable

La pelinegra sonrió cínicamente.

—Sí, Señora Dubois. Según Clara, la mayoría de bares en la cuidad conoce mis tristes penas de amor. El como estoy locamente enamorada de una pelirroja de ensueño— concluyó la morena, de forma exagerada.

—Oh, no puede ser más dramática, ¿lo sabías?— dijo la pelirroja a modo de burla mientras se inclinaba para besar a la pelinegra.

—Es uno de mis atractivos— dijo con un tono egocéntrico para luego sonreír.

—Sin duda lo es, querida— dijo Victoria, dándole un beso de esquimal.

—Sabes sería hermoso, tener hijos con mi personalidad y con tu fascinante belleza, o podemos hacerlo intercalado y así podemos tener mucho, ¿que tal cinco?.

—Cinco hijos, ¿en serio?— reía la pelirroja —Sabes que si quieres hijos los tienes que tener tu, ¿Cierto?— dijo la mayor sonriendo.

—Pero si vienen de ti serán más hermosos, y embarazada te verás preciosa.

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