𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟗

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Lyon. Cuatro años atrás.

(𝐀𝐥𝐢𝐜𝐞)

La pelinegra estaba acostada junto a una nueva chica, una pelirroja que había conocido en un bar la noche anterior.

La mujer se asemejaba un poco físicamente a otra mujer que Alice no podía dejar de pensar.

Aunque era consciente de que acostarse con copias baratas de Victoria no iba a lograr para nada su cometido de olvidarla.

Mientras la pelirroja dormía sobre su pecho, la morena recordó una conversación que había tenido con su padre hace unos dias.

J: Princesa, no sabes lo mucho que te extraño— decía su padre atraves del teléfono.

A: yo también te extraño mucho papi— Dijo con el típico tono que solo usaba con el —Dile a tu esposa que le mando saludos.—su tono cambio por uno más ácido.

J: Alice cariño, no comprendo por qué insistes en seguir odiando a Victoria, ustedes se llevaban bien cuando eras una niña— hablaba James.

A: son cosas mías papi no te preocupes, de igual manera al que le tiene que gustar es a ti no a mi— respondió Alice, cansada de tener que escuchar el nombre de esa mujer.

J: Te extraño mucho mi princesa, tengo un viaje de negocios, quizás luego de este podamos tener una comida juntos— dijo con esperanza.

J: Hazlo por mi al menos, además así puede ver a tus padrinos. Ava y René te extrañan mucho también— argumentaba James.

Alice solo quería decir que no, que no quería ver a Victoria. Cómo le podría explicar a su padre que la razón por la que no quería ir a la mansión a verlo era por qué estaba enamorada de su esposa.

A: Lo pensaré... lo prometo— dijo por fin.

J: Bueno, al menos lo intente, te quiero mucho mi princesa.

A: Yo también te quiero papi— dijo con un nudo en la garganta.

Cuando terminó la llamada, apagó el teléfono y las lágrimas caían descontroladas por su rostro.

Tenía que borrar a esa mujer de sus pensamientos, de su corazón y su alma, pronto.

La última vez que estuvo en la mansión, había ido a visitar a su padre y decidió quedarse el fin de semana y para su mala suerte no había sido la mejor.

Había dormido en la habitación de huéspedes que estaba junto a la de su padre y Victoria y justo la primera noche tuvo la certeza de que había escuchado a la pareja teniendo sexo, y aquello sirvió para sembrar odio y celos.

Luego de esa noche prefería dormir con tapones en las orejas con tal de no volver a escucharlos.

Alice volvió a la realidad y Decidió que ya era hora de irse. Retiro lentamente el cuerpo de la pelirroja de encima suyo, colocándola a un lado.

Salió de la cama y cuando estaba terminando de vestirse, escucho a la mujer.

—¿Ya te vas?

Se giró lentamente, un poco contrariada.

—¡Sí!— fue lo único que consiguió decir.

La mujer se veía algo desilusionada.

—¿Me llamaras verdad?.

—¡Por supuesto!— respondió rápidamente, ya que quería salir rápido de ahí, aunque no tenía la intención de volver a verla para nada.

La mujer pareció conformarse y la acompañó hasta la puerta, se despidieron con un beso y Alice, condujo su moto hasta su apartamento.

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