(𝐕𝐢𝐜𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚)
Ya estamos en nuestro vigésimo tercer día de luna de miel. Con Alice decidimos recorrer muchos lugares de Europa.
Pasamos por España, Italia, ahora estamos en Grecia, conociendo algunas islas a bordo de una lujosa lancha.
A lo lejos veo el puerto de Rodas, mientras leo una novela de Emily Brontë.
Mi esposa había estado nadando y buceando, pero yo preferí quedarme entretenida leyendo uno de mis libros favoritos, Cumbres borrascosas.
Escucho un barullo en el agua y luego veo a Alice subiendo a la embarcación, llevando un traje de buzo negro, y mojando todo.
-¿Cumbres borrascosas? literatura clásica, eres tan perfecta- dice sentándose a mi lado mientras me sonríe.
Sonrío a su vez y digo.
-Amo la literatura clásica tanto como te amo a ti, así que acepto lo de que soy perfecta.
Se acerca y me besa suavemente
-¡Eres un encanto mujer!- dice divertida, mientras me besa y abraza, mojandome por completo -Voy a tomar un baño, ¿quieres venir?- dice aún abrazándome.
Hago un gesto negativo con el dedo índice y ella me responde enseñándome la lengua.
Después de que Alice tomase su baño y nos preparásemos para salir, me llevo a conocer la historia de la ciudad que albergó una de las siete maravillas del mundo antiguo: el Coloso de Rodas.
Mi morena no se cansa de sorprenderme: habla fluidamente español, griego e italiano y se defiende en alemán.
Además de eso, es Alice quien conduce la lancha. Alice sabía hacer de todo y de perfecta manera.
Mientras hacemos un tour por la ciudad, mi esposa me conduce hasta una pequeña perfumería donde un griego de mediana edad nos recibe.
El hombre es bastante simpático y después de conversar con Alice en griego, él viene a donde estoy yo y comienza a olerme, mientras ella se ríe de mi expresión, ya que, probablemente, estoy ruborizada por su actitud, sintiéndome extraña con la situación.
Él vuelve a hablar con ella y cuando salimos de la perfumería pregunto
-¿Por qué me olió?, ¿Es algo que hacen los griegos?
Alice me sonrie
-Hace algunos veranos atrás viene a Grecia y conocí a Alexander y me quedé encantada con su capacidad para manipular los aromas. Entonces le pedí que me hiciera un perfume que fuese exclusivamente para mí esposa- finaliza mirándome.
-¿Va a crear un perfume a partir de mi aroma natural?- pregunte, sorprendida.
-Sí, y dijo que sería una de sus obras maestras, y creo que está en lo cierto por que eres la mujer más hermosa y exquisita del mundo- me sonríe con todos su dientes luego de darme un dulce beso en los labios.
Imagino la pequeña fortuna que Alice pagará por esa creación y aferró su cuello, besándola apasionadamente en plena ciudad medieval de Rodas, sin preocuparme de algunas miradas curiosas.
Después de que nuestras demostraciones públicas de afecto cesan, continuamos el paseo y decidimos almorzar en una especie de taberna que hay en la ciudad antigua.
Cuando Alice se va al baño, escucho como una voz masculina grita mi nombre.
-¡¿Victoria Dubois?!, ¿eres tu?-pregunto un hombre alto castaño de ojos cafés muy apuesto.
-¿Si?, disculpe ¿lo conozco? -pregunte alejándome un poco de el.
-¿No te acuerdas de mí?- Solo puedo quedar en silencio mientras lo miro confundida -Jhon Smith, el novato del curso de Artes contemporáneas al que le diste clases- dijo
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Paradoja
RomanceAlice la hija de su difunto marido llega a vivir con ella a la casa, luego de extrañas y directas confecciones ambas deciden dar un paso más allá.