(𝐀𝐥𝐠𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐦𝐞𝐬𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞́𝐬)
(𝐀𝐥𝐢𝐜𝐞)
Despierto lentamente sintiendo el peso de mi mujer en mi espalda.
Victoria está de lado, durmiendo completamente desnuda y su barriga de seis meses está encima de mi espalda, su pierna izquierda agarra las mías y siento su respiración en la nuca.
Desde que la barriga comenzó a incomodarla, solo consigue dormir así y, a pesar del frío que hace últimamente, mi esposa quiere dormir desnuda y me obliga a hacer lo mismo, porque adora sentir el calor de mi cuerpo y dice que los bebés también lo sienten.
Sí, sabemos que está embarazada de gemelos, no hemos querido saber los sexos, porque deseamos que sea una sorpresa.
Cuando volvimos de la luna de miel, decidimos hacer una gran reforma en el cuarto que compartió con mi padre, que ahora se convertiría en el cuarto de los bebés y ocuparemos la habitación de al lado, que también ha sido reformado al hacer una puerta que comunica ambas habitaciones.
Aunque no sabemos si serán niños y niñas, o ambos, decidimos decorar el cuarto en tonos verdes, blancos y algunos detalles en rosa.
Además, ella lo decidió así, porque yo solo acaté sus órdenes, ya que mi pelirroja cada día está más mandona, posesiva, enojona, controladora y dominante.
Sin mencionar su libido que, cuando más avanza el embarazo, más aflora en ella.
Sonreí recordando la última consulta que tuvimos con la ginecóloga, la Doctora Lambert, y también de la discusión que mantuvimos, porque imaginó que yo estaba coqueteando con la nueva asistente de la doctora, una muchacha llamada Emily Bernard.
Como si fuese posible que me interesase por cualquier otra mujer teniendo a Victoria Dubois como esposa.
—Te vi, Alice— decía, mientras entrábamos en nuestra habitación y me quitaba la chaqueta roja
—Amor, no sé lo que pensaste que viste, pero solo fui simpática con la chica, porque estaba nerviosa, ya que hoy era su primer día de trabajo— dije, acercándome a ella y abrazándola por la cintura.
—¿Simpática, eh? Ahora así se le dice a andar coqueteando con cualquiera, le mostrabas tus encantos— dijo enojada, separándose de mí —Sé que no soy la mujer más atractiva del mundo en este momento— añadió en tono lloroso —Que estoy gorda, con los pies hinchados, llena de estrías y tengo constantes cambios de humor y para rematar estoy envejeciendo y todo es tu culpa pero podrías esconder tu interés por otras mujeres cuando estás cerca de mí, porque también vi la forma en que mirabas a aquella camarera, el día que salimos con René— concluyó, lanzándome una de sus mortales miradas
Me acerqué nuevamente a ella, levanté su vestido y me arrodillé a sus pies
—Victoria, nunca sería capaz de mirar a otra persona que no fueras tu, eres el amor de mi vida la mujer más hermosa, inteligente, talentosa y elegante que he conocido y no existe nadie en este mundo tan perfecto como tu— aclaré, depositando tiernos besos en su linda barriga —La mujer por la que estuve enamorada tantos años. La única que he amado y a la que seré capaz de amar durante el resto de mi vida. Una mujer tan especial que, incluso rodeada de millones de personas, todavía tendría mi atención exclusiva, como si yo fuese una súbdita que acompañase ciegamente a su Reina. Y esta súbdita desea que su soberana sienta por ella, al menos, un tercio de lo que ella siente por su majestad— dije, sonriéndole, mientras me miraba desconfiada.
—¡Quiero que tengamos sexo!— fue la respuesta de mi esposa, después de toda mi declaración de amor.
—Que romántica eres Victoria, gracias por tus lindas palabras— dije divertida, mientras ella luchaba para quitarme la camiseta blanca.
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Paradoja
RomanceAlice la hija de su difunto marido llega a vivir con ella a la casa, luego de extrañas y directas confecciones ambas deciden dar un paso más allá.