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Namjoon estaba nervioso, ajustándose una vez más en el espejo antes de la fiesta. Había decidido a último minuto aplicar un bálsamo de cereza que guardaba en su habitación, un toque que le hacía sentir más seguro. Unos minutos más y estaría listo. Con un peinado rápido y la casa vacía —su madre estaba trabajando turno nocturno—, bajó apresurado cuando escuchó el timbre.

Ahí estaba Seokjin, tan impecable como siempre, con su chaqueta deslumbrante y esa sonrisa que hacía que el corazón de Namjoon palpitara con fuerza. Antes de que pudiera decir algo, Jin lo recibió con un beso rápido, como si ya fuera un hábito entre ellos.

“¿Nos vamos?” preguntó Seokjin, sosteniendo con suavidad las manos de Namjoon. Este asintió tímidamente, y sin decir una palabra más, cerraron la puerta y se encaminaron hacia la fiesta.

El trayecto no fue tan breve, la casa a la que se dirigían se perdía en el bosque, lo más cercano era un residencial de alta gama, pronto llegaron a la gran morada de donde salía música a todo volumen. Los jóvenes cantaban, reían, y las luces parpadeaban al ritmo de la música. Era la típica fiesta del instituto, llena de energía y caos juvenil.

Una vez dentro, Seokjin tomó a Namjoon de la mano, guiándolo a través de la multitud hasta la mesa de bebidas. El ambiente era vibrante, lleno de risas y conversación. Jin no perdió tiempo en pasarle unas cuantas copas, convenciendo a Namjoon de beber sin detenerse demasiado a pensar en ello. Entre un trago y otro, Namjoon empezó a sentir que el mundo giraba a su alrededor, su cabeza ligera y sus piernas débiles.

Cuando se dio cuenta, ya no podía mantenerse de pie adecuadamente. Seokjin, viendo lo borracho que estaba, sonrió con satisfacción. Lo llevó con cuidado hasta el piso superior de la casa, donde encontraron una habitación vacía. Con un suave empujón, dejó caer a Namjoon en la cama, que empezó a reír tontamente, como si todo lo que sucedía fuera un simple juego.

El ambiente cambió mientras Namjoon intentaba mantenerse consciente, y las risas que antes compartía se volvieron susurros inciertos.

"No Jin, no, no" Intentaba vagamente apartarlo con sus manos, en intentos vanos debido al fuerte control que comenzaba a hacer en él el alcohol.

"Será rápido, y esto será solamente para darle una probada" Seokjin dispuso mucha seriedad al hablar podía sentir la mirada del más alto justo en la suya, aún pese a la poca iluminación que había en el cuarto, y claro sin Namjoon poderse negar o saber que responderle, se dejó tocar, y así a como los toques cesaban las prendas de ambos iban desapareciendo.

Namjoon comenzaba a sentir su respiración ya agitada por el bochorno que comenzaba a amenarse en la cama.

Seokjin sintiendose necesitado de llevar las cosas más lejos con Namjoon, se puso un condón y acomodó su virilidad en el espacio anal del chico, engullendo su pene sin previa dilatación o lubricante. Un sonoro y sordo gemido fue lo que se escuchó por parte de Namjoon, quién comenzaba a soltar lagrimas en angustia y dolor, Seokjin por tratar de dejar de escuchar lo que para él ers un molesto lloriqueo, comenzó sostener sin fuerza entre sus manos el rostro de Namjoon, intentando transmitirle probable confianza y tranquilidad, pero era algo un poco inevitable, pues Namjoon sentía todo su interior apretado y estirado sabiendo que le dolía y ardía sentirse así.

En unas rápidas embestidas, Seokjin logró llegar a un rápido climax debido al apretado espacio que penetró y la estimulación tan pronta que logró, saliendo de una vez del interior, sonriendo al ver cómo éste era un desastre completo; sus mejillas ruborizadas hasta las orejas, su respiración agitada, y un condón lleno de su semen, había sido un sexo rápido y sin una pizca de empatía ni ganas, pero aún así se sentía feliz, orgulloso. Apuesta cumplida.

Pronto ambos volvieron a vestirse. Seokjin, con esa calma despreocupada que lo caracterizaba, se acomodó la chaqueta, mientras observaba cómo Namjoon se tomaba su tiempo, aún torpe por los efectos de la bebida. Una vez listos, se quedaron recostados un rato más, en silencio, mientras Jin deslizaba sus dedos por la suave cabellera castaña de Namjoon, como si ese simple gesto pudiera borrar lo que acababa de suceder. Pasaron los minutos en una quietud incómoda, hasta que, finalmente, decidieron que era momento de irse.

Antes de salir de la habitación, Seokjin, con su voz tranquila pero segura, le dijo a Namjoon que lo que había pasado era una prueba de amor. Una afirmación que resonó en el aire, como si fuera una verdad indiscutible. Y Namjoon, con su corazón aún latiendo fuerte, se lo creyó.

Mientras caminaban por la casa, Seokjin apenas podía contener una risa interna. Mentalmente se hacía la misma pregunta una y otra vez: ¿Cómo no se daba cuenta? Namjoon era increíblemente ingenuo. Él, que estaba acostumbrado a ilusionar a las chicas, sabía bien que ellas siempre pedían algo a cambio, siempre tenían alguna condición antes de dejarse llevar. Pero Namjoon... él se entregaba completamente, sin pedir nada, sin esperar más que una falsa promesa de cariño.

Era demasiado fácil.

La verdad era clara para Seokjin: él no era ingenuo, no se dejaba llevar por los sentimientos. Sabía jugar bien el juego y, aunque fuera él quien lo inventara, le parecía casi patético que Namjoon no se diera cuenta de nada. Jin se había salido con la suya, pero en el fondo, ¿qué había ganado realmente?

Seokjin era un idiota, a su manera.

Y Namjoon, un ingenuo.

𝐁𝐄𝐓 ©Where stories live. Discover now