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La noche había caído sobre la gran mansión de Jungkook, donde el lujo y la locura iban de la mano. La piscina estaba rodeada de jóvenes vibrando al ritmo de la música, y las luces de neón iluminaban cada rincón de la fiesta.

Entre el bullicio, Seokjin estaba apoyado contra una pared cercana a la piscina, con Kibum a su lado. Ella reía despreocupadamente mientras daba un trago largo a su copa de vino, animada por la atmósfera. Seokjin la miraba con los ojos entrecerrados, ya sintiendo los efectos del alcohol empezar a apoderarse de su cuerpo.

“Relájate, Seokjin, estamos en una fiesta, ¿por qué te ves tan tenso?” Kibum le dijo con una sonrisa juguetona, acercándose a él.

Él soltó un suspiro y le devolvió la mirada con una media sonrisa, tratando de olvidar la tormenta que llevaba dentro. “Supongo que tienes razón… ¿por qué no disfrutar un poco?” respondió, casi forzándose a ignorar el caos en su mente. No había manera de arreglar las cosas, así que decidió mandar todo al carajo por esa noche.

Kibum lo tomó de la mano, jalándolo hacia el centro del grupo que bailaba junto a la piscina. Ella reía y se movía con fluidez al ritmo de la música, mientras Seokjin la seguía, con un vaso en la mano y cada vez más desconectado de su realidad. Ambos comenzaron a bailar, acercándose más con cada movimiento, el roce de sus cuerpos sugiriendo algo más que un simple baile casual.

La cabeza de Seokjin giraba entre el alcohol y la intensidad del momento. Kibum era una distracción perfecta, algo que lo mantenía alejado del dolor que lo había estado atormentando. Con cada trago, su mente se entumecía más, y empezó a convencerse de que podía olvidar por un rato, aunque solo fuera por esta noche.

Kibum sonreía, observando a Seokjin perderse en la fiesta. Lo veía vulnerable, un poco perdido, y decidió que era el momento de aprovechar la situación. Se inclinó hacia él, acercando sus labios a su oído. “Vamos, Seokjin. Olvídate de todo… solo somos tu y yo esta noche, y solo está esta noche, ¿sí?”

Seokjin la miró, con los ojos entrecerrados por la euforia y el alcohol, y asintió sin decir una palabra. ¿Qué más podía hacer? Mandaría todo a la mierda, justo como Kibum había sugerido. Bebió el último sorbo de su vaso y la tomó de la cintura, acercándola más a él mientras seguían moviéndose al ritmo de la música.

Sin embargo, entre la música ensordecedora y los cuerpos que se movían a su alrededor, una parte de él no podía dejar de sentirse vacío, como si todo lo que estaba haciendo no fuera suficiente para llenar el hueco que sentía en su interior.

Namjoon y Yoongi llegaron a la mansión de Jungkook, donde la música retumbaba desde los enormes altavoces colocados estratégicamente en todo el lugar. Las luces de neón reflejaban en el agua cristalina de la gran piscina, y un sinfín de personas ya comenzaban a bailar y beber sin restricciones. Namjoon se quedó un momento quieto, impresionado por el ambiente. Nunca había asistido a una fiesta tan exclusiva, y no podía evitar buscar a Seokjin con la mirada.

“Wow, esto es… más grande de lo que esperaba,” comentó Namjoon, tratando de procesar el lujo que lo rodeaba.

Yoongi, a su lado, mantenía una expresión neutral, como si nada de esto lo impresionara. Sabía lo que venía, conocía bien a Seokjin, y ese conocimiento le daba un presentimiento amargo sobre lo que Namjoon estaba por enfrentar. Sin embargo, guardó silencio, observando cómo Namjoon, lleno de esperanza, comenzaba a caminar, decidido a encontrar a Seokjin.

Namjoon recorría los pasillos y los diferentes espacios de la casa, buscando con desesperación al chico que lo tenía atrapado en un torbellino emocional. Su corazón latía rápido, impulsado por una mezcla de nervios y emoción. Debía reconocerlo, Seokjin era su única meta esa noche.

𝐁𝐄𝐓 ©Where stories live. Discover now