05

9 0 0
                                    

Después de lo ocurrido aquella noche, pasaron días y hasta semanas, en los que Seokjin seguía estando cerca de Namjoon, aunque no como al principio. A veces, Seokjin despertaba malhumorado y su manera de desquitarse era dejar de hablarle a Namjoon por varios días. Mientras tanto, los amigos de Seokjin ya se habían enterado de lo que había sucedido en la fiesta, y no tardaron en bromear al respecto. Se rieron, lo elogiaron y le vitorearon, incluso le dieron una suma de dinero. Lo que en un principio parecía un reto de valentía, terminó siendo un triunfo para Seokjin, que con su audacia había superado todas las expectativas.

Namjoon, por su parte, estaba profundamente enamorado. A pesar de que sabía que su relación con Seokjin no era oficialmente un noviazgo, lo sentía como tal. Había aceptado que en toda relación había altibajos, y aunque Seokjin a veces se comportaba de forma distante, Namjoon seguía aferrándose a la ilusión de que había algo más entre ellos.

Se acercaba el cumpleaños de Seokjin y, aunque sabía que sus amigos le harían una gran celebración, Namjoon quería hacer algo especial por su cuenta. Decidió ahorrar y pedir prestado dinero a sus padres para prepararle una sorpresa. Seokjin tenía de todo, así que Namjoon optó por hacer algo personal: una comida especial. Pasó la semana planeando, y ese sábado se despertó temprano para comprar los mejores ingredientes. Se esmeró en preparar un pastel de cerezas y chocolate negro, decorado de manera romántica, con detalles en rosa y una inscripción que decía "¡Feliz Cumpleaños, JinHyung!".

Habían acordado verse en un parque cerca de la casa de Seokjin, un lugar público, pero bonito y bien cuidado. Namjoon estaba nervioso, sentía cómo los nervios le recorrían el cuerpo, pero intentaba mantenerse tranquilo mientras esperaba. Cuando recibió el mensaje de Seokjin avisándole que ya había llegado, su corazón dio un vuelco. Lo buscó con la mirada y lo vio a lo lejos, caminando hacia él.

Seokjin no mostraba una gran expresión en su rostro, pero había algo en sus ojos que revelaba sorpresa. El picnic que Namjoon había preparado sobre la manta era simple, pero encantador, y el pastel casero le daba un toque cálido y personal. Seokjin sonrió ligeramente, agradeciéndole con palabras repetidas, sin saber bien qué decir. Luego, le dio a Namjoon un beso casto en la mejilla, lo que hizo que el corazón de Namjoon latiera con más fuerza.

Namjoon cortó el pastel y le dio una rebanada a Seokjin. Estaban disfrutando del momento cuando el teléfono de Seokjin comenzó a sonar. Él tomó el pastel en una mano y con la otra contestó la llamada, notando que era su madre. Se levantó, alejándose un poco de Namjoon para escucharla.

"Cariño, la hija de mi amiga ya está aquí, ¿dónde estás?" Dijo su madre, con una risita irritante al fondo.

"Ya hemos hablado de esto, te dije que no estoy interesado" Respondió Seokjin, algo molesto.

La mujer suspiró al otro lado de la línea. "Mira, hijo, esta será la última vez. Si no te gusta la chica, te prometo que no te molestaré más con esto."

Seokjin, fastidiado pero sintiendo la presión de su madre, terminó cediendo. Aunque sabía que eso implicaba dejar a Namjoon y marcharse en ese mismo momento.

Lo volteó a ver y este le devolvió una tierna sonrisa, llena de ilusión. SeokJin no tenía más tiempo para esto, es decir, él no estaba enamorado para empezar, y esa relación sin sentido no iba a llegar a nada bueno, ahora, también estaba convirtiéndose en un tiempo invertido a lo estupido, y era el total pensamiento de Seok. Se acercó a él y con excusas y mentiras tras mentiras le explicó que debía irse, con lástima Namjoon entendió y aunque en verdad lo desanimó, dejó que se fuera. Namjoon recogió solo todo lo que organizó, y por si fuera poco una lluvia que lo mojó hasta más no poder.

Seokjin iba a prisa en el carro para llegar a su casa, la repentina lluvia lo hizo enfadarse porque no estaba en sus planes salir bajo lluvia. "¡Maldita sea!" gruñó Seokjin, lanzando su teléfono al asiento trasero del coche con una frustración que no se molestó en disimular. El aparato, agotado por falta de batería, se apagó justo en el momento menos oportuno. Golpeó el volante con impaciencia mientras ponía en marcha el auto, dirigiéndose hacia el centro comercial más cercano. Aunque había planeado el día anterior encontrarse con Sunmi y conocer a Kibum, el mal humor persistía, en parte por el insistente control de su madre.

𝐁𝐄𝐓 ©Where stories live. Discover now