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Namjoon caminaba por los pasillos del instituto con la cabeza baja, intentando pasar desapercibido entre el bullicio de los estudiantes. Pero, por mucho que lo intentara, no lograba escapar de las miradas. Sentía cómo los ojos de todos seguían cada uno de sus movimientos, susurrando a sus espaldas. La pelea de Seokjin del día anterior había desatado una oleada de rumores, y como era de esperarse, su nombre también estaba en medio de todo. No era menos, estar relacionado con Seokjin, el chico más popular del instituto, lo ponía bajo el foco de una atención que no deseaba.

Para la mayoría, Namjoon era alguien raro, un parásito que simplemente orbitaba alrededor de Seokjin. Alguien que, a pesar de su timidez y su deseo de mantenerse al margen, se veía arrastrado a la vida turbulenta de Seokjin. No había popularidad en él, solo la sensación incómoda de ser siempre observado, como si estuviera fuera de lugar en cada rincón del instituto. Era una presión constante, un peso que lo hacía sentir más inseguro con cada paso que daba.

Las palabras de Seokjin del día anterior resonaban en su cabeza una y otra vez, como un eco que no podía evitar. Aunque habían sido pocas y la conversación no había llegado a nada concreto, Namjoon se aferraba a la ilusión de que finalmente todo se arreglaría entre ellos. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió cercano a Seokjin, y aunque algo en el fondo le decía que las cosas no estaban bien, se negaba a verlo. Seokjin le había dado ese beso y había vuelto a mostrarse abierto a él, lo que Namjoon interpretaba como una señal de esperanza.

Sin embargo, la realidad era muy diferente. Namjoon había pasado la última semana en un constante estado de incertidumbre. Seokjin lo había estado evitando de maneras sutiles pero evidentes. Las conversaciones breves, las sonrisas forzadas, la distancia que había empezado a crecer entre ambos... Namjoon lo había notado todo, pero se había forzado a creer que eran cosas temporales, que todo se resolvería. Después de todo, su corazón seguía aferrado a la idea de que Seokjin, a pesar de todo, lo quería.

Pero esa ilusión solo enmascaraba su verdadero temor: el miedo al rechazo. Namjoon había temido durante toda su vida no encajar, y con Seokjin no era diferente. Cada gesto frío, cada palabra corta, era una daga en su pecho que lo hacía dudar de sí mismo, de lo que significaba para Seokjin. ¿Era solo un capricho pasajero? ¿O realmente había algo más profundo entre ellos?

A pesar de estas preguntas, Namjoon seguía aferrado a lo poco que tenía con Seokjin. La semana pasada, cuando Seokjin lo evitó por completo, Namjoon sintió como si una parte de él se quebrara. Había pasado días esperando un mensaje, una señal, cualquier cosa que indicara que Seokjin aún quería estar con él. Pero todo lo que recibió fue silencio. Silencio y esa insoportable sensación de vacío que solo crecía con cada minuto que pasaba sin una respuesta.

Namjoon se había acostumbrado a la compañía de Seokjin, a la manera en que lo hacía sentir especial. Pero esa semana sin él fue un recordatorio brutal de lo frágil que era su relación. Namjoon se sentía vulnerable, inseguro, como si todo lo que había construido en torno a Seokjin pudiera desmoronarse en cualquier momento. Y aunque sabía que debía enfrentarse a la verdad, no estaba listo para hacerlo. No podía soportar la idea de perder a Seokjin, incluso si eso significaba aferrarse a una relación que le hacía más daño que bien.

Mientras pasaba junto a un grupo de estudiantes que lo miraban de reojo, Namjoon sintió cómo la ansiedad empezaba a apoderarse de él. La incomodidad de ser siempre el centro de los rumores, de ser el "chico de Seokjin" sin realmente saber dónde estaba parado, le quemaba por dentro. Trató de calmarse, de pensar en algo que lo distrajera, pero era imposible. Su mente volvía una y otra vez a lo mismo: a Seokjin, a las dudas, al miedo de no ser suficiente.

Durante las clases, Namjoon apenas podía concentrarse. Su mente estaba en otro lugar, atrapada entre la esperanza de que Seokjin lo buscara y el temor de que todo estuviera a punto de derrumbarse. Era un ciclo interminable de pensamientos que lo agotaban mentalmente. Su corazón latía con fuerza cada vez que sonaba su teléfono, esperando ver un mensaje de Seokjin, pero la pantalla siempre estaba en blanco.

𝐁𝐄𝐓 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora