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El viernes llegó, el día del cumpleaños de Seokjin. Desde el momento en que abrió los ojos, la casa estaba más llena de vida de lo normal, pero él se sintió indiferente. Su madre lo esperaba con un desayuno enriquecedor por su cumpleaños, actuando agena a la actitud y escena entre su hijo y ella anoche. A lo largo de su vida, las celebraciones siempre habían sido grandiosas, repletas de gente que él apenas conocía, y todo eso había perdido el brillo desde hacía tiempo. Era un evento más, parte de su rutina de vivir en un mundo donde las apariencias lo eran todo.

Se vistió con el mismo estilo impecable de siempre, proyectando una imagen de perfección que ya se le había vuelto una segunda piel. Sin embargo, por dentro, el conflicto de los últimos días se mantenía hirviendo. Había logrado contenerse de no perder el control de nuevo, pero la tensión estaba ahí, al borde de la explosión. Su cumpleaños era solo otro recordatorio de las expectativas que los demás tenían de él, y de cómo él mismo no terminaba de encajar en esa imagen.

En la escuela, las miradas se clavaban en él más que nunca. Los rumores de la pelea del día anterior seguían corriendo. Nadie se atrevía a mencionárselo directamente, pero podía sentir la curiosidad en el aire. Su popularidad no disminuía, pero ahora estaba teñida de un morbo nuevo, de una fascinación peligrosa.

Mientras tanto, Namjoon no estaba tan presente en su mente como hubiera esperado. El chico aún le importaba, por supuesto, pero Seokjin sabía que era cuestión de tiempo antes de que todo explotara entre ellos también. No obstante, en ese momento, el caos en su propia vida era más urgente.

Yoongi, por su parte, apareció en escena de manera inesperada. Seokjin lo observaba de reojo mientras Namjoon y él compartían una conversación más profunda de lo que solía ser. Seokjin notaba cómo la dinámica entre ellos cambiaba lentamente, una chispa casi imperceptible que él captaba debido a su aguda intuición.

La jornada avanzaba entre la normalidad y la creciente expectativa de la fiesta de esa noche, una celebración que todos anticipaban, menos él. Esa fiesta se había convertido en el tema de conversación, y aunque él fingía que no le importaba, no podía escapar del peso que traía consigo.

Namjoon había pasado el día en modo automático, intentando hacer lo mejor para no destacar entre los estudiantes, como era costumbre. Sin embargo, el incidente de la pelea de Seokjin lo seguía como una sombra. No importa cuánto tratara de verse desapercibido, su conexión con el chico más popular era ahora objeto de chismes y miradas constantes. El problema no era solo la atención, sino lo incómodo que le hacía sentir. No era que hubiera ganado popularidad, sino más bien se había transformado en alguien a quien observar por morbo, un parásito vinculado a la fuerza con un caos que él no podía controlar.

Ya cerca de la tarde, Namjoon decidió alejarse un poco de la escuela y los estudiantes. Se dirigió a unas bancas cerca de la biblioteca, el lugar donde solía sentarse a pensar, esperando encontrar algo de paz. Pero su mente estaba tan lejos de la tranquilidad. Todo lo que había ocurrido en la semana lo tenía agotado, y lo que más le dolía era la forma en que Seokjin lo había evitado. No era el hecho de que Seokjin no lo hubiera defendido en medio de los rumores lo que más le dolía, sino que simplemente parecía indiferente a su presencia.

Namjoon se sentó en su banca habitual, con la esperanza de perderse entre los sonidos del viento. Fue ahí donde Yoongi apareció, nuevamente, como si estuviera destinado a encontrarlo cuando más lo necesitaba. "¿Todo bien?" preguntó Yoongi, con una calma que casi lo hacía sentir seguro. Pero Namjoon solo pudo responder con una sonrisa forzada, la cual Yoongi notó al instante.

Lo que empezó como una charla casual entre ellos comenzó a profundizarse más de lo que Namjoon esperaba. Yoongi, en su manera directa y poco convencional, logró que Namjoon hablara más de lo que acostumbraba. Aunque al principio Namjoon intentaba evadir ciertos temas, Yoongi parecía saber cuándo presionar y cuándo detenerse. Había algo reconfortante en su compañía, algo que Namjoon no había sentido en mucho tiempo. A lo largo de la conversación, Namjoon notó cómo Yoongi lo miraba de una forma diferente, casi como si viera algo más en él que ni siquiera él mismo comprendía. Pero Namjoon estaba demasiado atrapado en su confusión interna como para darse cuenta de los pequeños matices en el comportamiento de Yoongi.

𝐁𝐄𝐓 ©Where stories live. Discover now