E
l ambiente en la habitación de Elya estaba inundado de una paz ciertamente añorada por cualquiera. Gad y Guil-Galaad estaban de rodillas en la chimenea, cuidando del fuego mientras pintaban en un cuaderno viejo. El suave crepitar de la leña en la chimenea mitigaba el frío en el aire, y la tenue luz danzante lanzaba sombras alargadas en las paredes de piedra. Elya, aún convaleciente, reposaba en la cama, su semblante pálido reflejaba tanto el dolor físico de las heridas recientes como una inquietud más profunda de la cual no deseaba hablar. A su lado, Ed ajustaba las vendas con manos firmes, mientras Perla usaba la servilleta para limpiar los labios de su hijo mayor el cual se sentía avergonzado pues no le permitieron tocar la cuchara.
—Por favor Perla, no vuelva a darme de comer, no estoy inválido...
—Ay no te quejes, más rato te traigo postrecito, ¿quieres de chocolate o de limoncito?
Elya sonrió sonrojado, cerrando los ojos por la vergüenza de responder.
—De... de limoncito, mami.
—Eso mi bebe—Perla pellizcó suavemente las mejillas del colorado Elya— ¡Ya le traigo su cremita de limón!
Ed sonreía mientras batía una botella con un líquido verdoso que dio a beber a Elya.
—La mejor parte fue cuando má dijo: "una cucharada por papá" y te la tuviste que comer aunque pá te haya dado de tablazos en el Alba.
—La comida estaba demasiado buena para acordarme de las patadas de Galaad, o de que me adoptó contra mi voluntad.
—Bah, lo dices como si no lo disfrutaras. No seas menso y aprovecha que mamá es buena para enseñarnos mañas.
Elya terminó de beber el analgésico, entregando la botella a Ed.
—Por cierto, no he visto al percebe, ¿dónde está?
Ed estaba por inventar algo cuando alguien tocó la puerta. Perla se dedicó a recoger los cubiertos en la bandeja mientras Gad abría. El siervo anunció la visita de Leien y no pasó mucho rato antes de que Leen entrara, acompañado de Dahlia. Elya se recogió entre sus sábanas pues no le agradaba que le vieran en pijama, mucho menos una chiquilla que, en cualquier descuido, se le podría arrojar encima pero Dahlia, al verse agarrada del brazo por su primo; saludó cortésmente con una tímida sonrisa sabiendo que le estaban amoratando la piel.
La muchacha dejó una caja envuelta en seda sobre la mesa de noche y ayudo a Perla a llevar los cubiertos a la cocina al tanto Leien se sentaba en la butaca junto al lecho donde reposaba el herido.
—Maestro, ¿pa' que vino? Yo ya me iba a su casa, incluso mi má le horneó un pancito de naranja con chocolate. Si no se siente mejor después de comerlo, yo mismo le doy con una escoba por la espalda.
—¡Ed!—Elya dio un manotazo en su muslo—No tutees a Leien, podría ser nuestro padre. Que se unte la cara con crema y se pinte el pelo no lo hace joven, es dos años mayor que Galaad así es que te pido algo de respeto por el viejo vanidoso.
—¿De verdad? No sabía que era tan mayor...Espera ¡¿tiene la edad de mi pá?!
—Joven, no me exponga de esa forma, por favor. Mañana lo sabrá todo Selili...
—¿Te avergüenza lo de tu crema facial? Uf, si se supiera lo demás te harías un palacio en el fondo de corales porque a la tierra se sonrojaría de pensar en tragarte.
—Joven, por favor... no siga.
Elya apretó los labios para disimular su sonrisa pero el intento fue en vano y Ed también sonrió.
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Cuentos de Cielo y Mar: Shipwrecked 🌊
أدب المراهقينEn un mundo marcado por la traición y el destino, Elya y Orel, dos jóvenes ligados por la sangre pero separados por secretos, arriban al reino de Selili, a bordo del Alba Calypso. Con Elya como protector y mentor de Orel, los dos deben enfrentarse...