L
a noche había cayó sobre Yar Yaffa como un manto de sombras pesadas y solo el sonido del viento, silbando entre los torreones, rompía el silencio absoluto envolviendo la Torre de Torturas. Edi y Archi se movían con cautela entre las sombras de los alrededores, sus pasos apenas perceptibles sobre las piedras húmedas del suelo. Sabían que cada movimiento debía ser calculado, no había margen para el error. El frío aire nocturno se colaba por sus ropas pero el hielo en sus venas no era debido al clima sino a la peligrosa misión que estaban a punto de ejecutar.
Un paso en falso hundiría a toda la Academia actuando en contra de su principal benefactor.
Edi, con el rostro enmarcado por su capucha, escondía su nerviosismo bajo una fachada de determinación acerada. Sus ojos brillaban con una mezcla de resolución y preocupación mientras evaluaba la oscura silueta de la torre frente a ellos. Las paredes de piedra se erguían como un testimonio mudo de los horrores que se cometían en su interior, un lugar donde los gritos se perdían en el eco y las esperanzas morían lentamente.
Pero lo que más le inquietaba era lo que podría estar ocurriendo en este mismo momento con Orel.
—Archi—susurró Edi, deteniéndose un momento para asegurarse de que no había guardias en las cercanías—Recuerda el plan. Distraerás a los guardias en la entrada principal. Ya conversé con ellos.
—Ay, es que no me creo que sean así, tan mensos, como dices.
—No son como yo te dije, son peores. Cuando estén ocupados, yo haré mi parte.
—Este plan con los guardias tan mensos... no sé Edi. No puede ser tan fácil.
—Lo importante es que funciona. Nada más, a trabajar.
Archi, con una expresión de resolución en su rostro joven pero endurecido por la vida, asintió. Aunque el miedo era evidente en sus ojos, no titubeó, asintió convencida. Sabía que Orel dependía de ellos, y no podían fallar. Cada segundo contaba, y cualquier error podría significar la muerte del más pequeño de la Academia.
—Lo tengo claro—Archi ajustó el cinturón que llevaba, donde un par de dagas estaban escondidas. Sus dedos temblaron levemente, pero se calmó al recordar las palabras de Edi, confiando en que podían hacerlo— Todo saldrá bien. Estaré en el punto de encuentro a la medianoche, si no llegas, iré del otro lado del jardín.
Edi colocó una mano firme sobre el hombro de Archi.
—Nos vemos, Archi. Y si algo sale mal... ya sabes qué hacer.
Archí asintió. Las dagas en su cinto eran para defensa pero, si le descubrían, debía suicidarse y el destino de Edi y Orel no sería diferente. La chiquilla estaba nerviosa y Edi lo notó porque su respiración estaba entrecortada. Edi tomó el rostro de Archi afirmando su frente en la de ella.
—Todo saldrá bien. Te lo prometo.
Archi anhelaba abrazar a Edi pero era eso poco profesional, y quizá algo incómodo para su colega, así es que al final, simplemente asintió. Tras un segundo, se separaron. Archi se deslizó entre las sombras acercándose a la entrada principal de la torre donde dos guardias fingían vigilar pues cada uno tenía una jarra de cerveza.
Edi, por su parte, comenzó a rodear la torre buscando la trampilla que conducía directamente a la escalera de caracol, al nivel cuatro desde donde podía llegar al seis sin pasar por el cinco. Cada paso que daba resonaba en su cabeza como un tamborileo ensordecedor y el sudor comenzó a correr por su espalda a pesar del frío.
El corazón de Edi latía con fuerza, temía por Archí pues era su primera misión real. Miraba hacia atrás de vez en cuando, le habría gustado estar a con ella pero no era momento de sentimentalismos.
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Cuentos de Cielo y Mar: Shipwrecked 🌊
Teen FictionEn un mundo marcado por la traición y el destino, Elya y Orel, dos jóvenes ligados por la sangre pero separados por secretos, arriban al reino de Selili, a bordo del Alba Calypso. Con Elya como protector y mentor de Orel, los dos deben enfrentarse...