MAMÁ CHARI

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Charo, o “mamá Chari” como le llaman sus cuatro hijos está tumbada en la doble cama de matrimonio en la que duerme con todos ellos a diario. Tiene 49 años y un cuerpecito de adolescente. No es que sea delgada sino que es estrechita y se conserva muy bien.

Se mira su cuerpo mientras recoge con sus dedos el semen que sus hijos le han echado sobre su pecho y barriga y dentro del coño, llevándoselo lentamente a su boca para saborearlo. Mira sus delgadas piernas, sin celulitis, sin varices, como si fueran de una joven. Bonitas piernas que acaban en un culito estrecho y respingón muy bonito y apetecible según le dicen todos.

Se saca semen de su chocho, un chocho sin pelos y con unos labios menores muy largos, marrones y colgantes que tanto gusta a sus hijos comérselos.

Sigue recogiendo semen de sus tetas, unos pechos preciosos y pequeños como los de una adolescente. Lo que sí ha tenido siempre han sido unos pezones muy largos que se le marcan mucho a través de la ropa. Largos y negros pues ella es muy morena.

Se acaricia su cara, dicen que es muy guapa. Ahora ya con la edad menos. Pero de joven era la más guapa del pueblo. Unos ojos negros muy desafiantes y una boca gordita y grande. Se mete mas semen de sus hijos en ella llevándoselo a una lengua muy roja y larga, muy larga que siempre ha tenido, en el doble sentido de la palabra.

Charo desde pequeña ha tenido un cuerpo muy flexible y elástico, siempre le ha gustado hacer ejercicios de contorsionismo. Tiene unos tejidos muy elásticos y una columna y articulaciones muy flexibles.

Mira los cuerpos desnudos y apetitosos de sus hijos. Bien musculados. Cuerpos grandes y bien dotados. Los tres mayores han salido a su padre, grandes y el cuarto pequeño como ella. Están buenísimos y muy guapos. Cualquier mujer se moriría de envidia por dormir con cuatro tíos bien dotados como ellos. Y los tiene de todas las edades: 35, 31, 26 y 20 años.

Le encanta dormir entre sus cuerpos. A veces los obliga a que se tumben bocarriba como si fuesen un colchón sobre el que ella pose su cuerpo desnudo, sentir sus músculos dormir sobre sus pechos o sobre sus glúteos estando los machos bocabajo.

Piensa en el pasado, ellos duermen pero ella no tiene sueño en esta noche está desvelada. Alarga una mano y coge el pene largo de su hijo mayor. Le gusta sentir mientras duerme una polla en la mano.

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Chari fue una niña precoz en lo que a la sexualidad se refiere. A los once añitos y con un cuerpecito delgaducho de cría le vino la regla, pero ya llevaba dos picándole el chochito por lo que no paraba de frotárselo y obtener orgasmos.

Vivía con sus padres en una granja en las afueras del pueblo. Su familia tenía una buena faena y muchas tierras por lo que estaban acomodados. Era hija única.

Charo recuerda cómo de pequeña le excitaba ver copular a los animales de la granja, se pasaba un rato observándolos y luego se iba al baño a pajearse. Más adelante se atrevió a tocar los cipotes colgantes de los burros y caballos atreviéndose a meneárselos hasta soltar gran cantidad de leche.

Era una chica muy lanzada, provocativa y deslenguada de forma que junto a la belleza de su cara hacía que los chicos de su edad y los mayores estuviesen tras ella. Y ella se dejaba, así que perdió la virginidad a los 13 años.

Con esa edad Charo estuvo con muchos chicos, sabía que tenían que utilizar condones. Follaba como una loca, los chavales se sorprendían de los orgasmos tan grandes que alcanzaba. Estaba claro que era una calentona.

Descubrió cómo de elásticos tenía tanto su vagina como su ano. Además en la piscina se dio cuenta de que podía abrir y cerrar a voluntad su coño y su culo de tal forma que podía absorber agua por ambos agujeros y después expulsarla como una fuente.

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