Las aventuras de una adolescente cochina Parte 8

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Unos días después Francisca sorprendió a su sobrina revelándole un secreto:

Francisca: María, te voy a contar una cosa de la familia que creo que tienes derecho a saber. Pero me tienes que prometer que no se lo dirás a tu padre.

María: joder, mas cosas raras en esta familia? Vale, te lo juro tía.

Francisca: mira, no es verdad que tu abuela, mi madre, murió. Tu padre se peleó con ella y dejó de hablarle porque se fue a vivir con el pastor que me preñó y me abandonó a mí. Entonces me convenció que dijese a la familia que había muerto.

María: entonces la abuela Vicenta está viva!. Te dejó por el padre de tu hijo. Hija de puta!. Supongo que no la habrás vuelto a ver.

Francisca: eso es lo más curioso. Unos años después de fugarse vino a mi casa a pedirme perdón con Manuel, el pastor, con el que se había casado. Yo al principio me negué. Pero se instalaron en un cortijo cercano que heredó Manuel de su señorito que no tenía hijos y le dejó todas las tierras y el ganado.

María: no me digas que has perdonado a esa puta!

Francisca: vino varias veces a pedirme perdón, me ayudó a criar a mi hijo, y lo más importante me conquistó sexualmente. Es la mujer con la que he disfrutado más en mi vida.

María: increíble!

Francisca: si, primero a mí y luego a su nieto. Cada mes vamos a visitarlos a su cortijo y pasamos uno o dos días follando entre todos.

María: pero si mi abuela debe ser ya muy mayor.

Francisca: la abuela tiene 73 años, veinte más que yo, pero desde que me parió se le retiró la regla y no pudo tener más hijos. Siguió con el vicio de los animales tirándose todo bicho que se le cruzaba por delante. Cuando me abandonó tenía 33 años, se olvidó de los animales y se envició con los hombres y las mujeres.

Francisca: A partir de esa edad, su trastorno genético hizo que cuanto más vieja era más caliente se ponía, de tal forma que a partir de los cuarenta se convirtió en una auténtica ninfómana. Su marido era consciente de ello y tuvo que pedir ayuda para satisfacerla, entre otros a mí y a mi hijo. A sus setenta y tantos años no se cansa de follar y está muy bien de salud, si sigue así llegará jodiendo por lo menos a los noventa, a no ser que le dé un infarto con uno de esos orgasmos tan fuertes y largos que tiene.

Francisca: mañana vamos a ir a visitarla, ella sabe que estás aquí, le he contado tu historia y la muy guarra está deseando meterte la mano en tu cachondo culo. Así que si tu quieres puedes venir, pero no debes contar nada a tu rencoroso padre.

María: Pues claro que voy, estoy chorreando con lo que me has contado tía. Quiero ver cómo se corre la puta vieja.

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Al día siguiente fueron Francisca, María y Salvi en la camioneta a un cercano cortijo. Francisca vestía un pantalón de hombre vaquero marcando un gran bulto en la bragueta y una camiseta. María llevaba unos shorts enseñando los cachetes del culo y un top marcando tetas.

Entraron en la vivienda principal donde los recibió Manuel, el marido de la abuela. Era un hombre de 65 años, o sea era 12 mayor que Francisca y ocho menor que su mujer, la abuela. Saludó en primer lugar a su hijo Salvi, luego le dio un buen morreo a Francisca, le desbrochó la cremallera de la bragueta y le sacó el gran nabo que ya estaba morcillón dejándolo caer por su gran peso hacia abajo.

Francisca: para Manuel!, que te presente a la niña. Mira esta es mi sobrina maría, tu nieta política. ¿Qué te parece?

Manuel: pues que está para comérsela. Nada mas de verla me estoy empalmando y tú ya sabes que ya a mi edad me cuesta.

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⏰ Última actualización: Oct 14 ⏰

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