Capítulo 02. | El Golpe de la Plaga.

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Años más tarde. Sylvanas ahora la General Forestal de Lunargenta me reclutó como uno de sus forestales de alto rango en la fuerza militar principal de las defensas de Quel'Thalas. Digo reclutar por no decir... obligar. Su pacto con mi madre era más allá de una amistad, se trataba de una hermandad.

Crecí con su hermana menor: Vereesa Brisaveloz. La Dama Luna, juntos tuvimos aventuras increíbles, gracias a ella pude conocer mejor los bosques y compartimos casi el mismo dolor por haber perdido a nuestros parientes cercanos. Ella perdió a Lirath y sus padres, y yo nunca pude conocer a los míos. Pero, sin embargo, combatimos codo a codo contra los amanis que acechaban desde las sombras que los hermosos y frondosos árboles rodeaban nuestra capital mágica.

Desde la muerte de su hermano Lirath. Vereesa acostumbraba a desahogarse conmigo, ya que Sylvanas desarrolló un rechazo hacia ella por incentivar a Lirath a ser un forestal a tan temprana edad en lugar de dedicarse a la música como solía hacer. Tocaba durante horas y horas en las galas elegantes y sofisticadas de la dinastía más alta de la Ciudad de Lunargenta, celebrando las increíbles hazañas de su familia en el legado de Caminante del Sol. Y también destacando la labor de la familia Arcoveloz en los campos de batalla contra la Horda que provenía del sur.

Todo era paz y armonía. Cuando derrotamos finalmente a los trolls amanis y los hicimos retroceder hasta su fortaleza hecha a base de troncos y palos de madera, la Ciudad de Lunargenta tuvo un periodo de paz que duró por un tiempo prolongado. Los árboles brillaban incluso más de lo usual, los trolls se caracterizaban por no cuidar tanto de los bosques y eran sucios, sin mencionar que también eran conocidos por sus rituales de brujería chamánica.

Continuando con el tema. Sylvanas me envió a realizar labores a la Aldea Bruma Dorada, ubicada al suroeste. Una pequeña localidad de elfos nobles que se dedica a la ejecución de prácticas arcanas y la elaboración de armas, en esa aldea también protegían una de las llaves que abre el sello mágico de las puertas del reino de la Ciudad de Lunargenta.

Al llegar a Bruma Dorada, lo primero que me envuelve es la tranquilidad, el aire es fresco, como si una neblina suave siempre habitara el lugar, acariciando mi rostro. La luz dorada del sol se filtra entre los árboles que rodean la aldea, proyectando sombras largas y cálidas. A lo lejos, escucho el ruido de un río cercano, su agua cristalina reflejando el cielo despejado y de tonos púrpuras.

Camino lentamente por los senderos de piedra, donde las casas, de estilo clásico élfico, parecen fusionarse con el entorno natural. Los techos de madera y las suaves curvas de las estructuras dan una sensación de serenidad. Las enredaderas trepan por las paredes, y las flores silvestres brotan por doquier, añadiendo pinceladas de colores vibrantes a la paleta dorada del paisaje.

A mi alrededor, algunos de los guardias del lugar caminan tranquilamente con sus vestimentas que resplandecen con tonos azules y dorado, y sus miradas son serenas, aunque vigilantes, puedo notar también que a lo lejos, veo a un grupo reunido cerca de un altar, en una oración silenciosa, como si el manto mágico que rodea a Quel'Thalas aún se sintiera aquí, protegiendo la aldea, aunque a juzgar, son de esos típicos elfos que creen en la redención y poder volver a las tierras lejanas de las que fueron expulsados por las prácticas arcanas. En lo personal, prefiero MIS tierras.

El suave zumbido de la magia flota en el aire, tanto que no puedo evitar sentir cómo una energía cálida me recorre el cuerpo, un recordatorio constante de la cercanía Ciudad de Lunargenta. Los estandartes ondean suavemente, y los símbolos arcanos se iluminan intermitentemente en las estructuras cercanas, una muestra silenciosa del poder que fluye a través de los elfos.

Sigo caminando y, a medida que me adentro más, el viento trae consigo un leve susurro, como si la naturaleza misma me hablara. El equilibrio aquí, entre la magia, la naturaleza y la arquitectura, es perfecto. Bruma Dorada parece un refugio, un lugar donde el tiempo se detiene y la guerra, aunque cercana, se siente lejana.

World of Warcraft. | Vessiorel Arcoveloz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora