Luego de la llegada de Sindora a mi hogar. Nuevamente me cobró el sentimiento por lo que yo estaba solicitando, por supuesto, a ella le revelé toda la información necesaria para que pudiera entender la urgencia de mi petición. Simplemente aceptó pero con un poco de resentimiento y recordando una y otra vez lo que le había prometido a cambio de los favores anteriores. Creo que debo cortar de una vez por todas esa mala costumbre de decir que organizaré fiestas o que llevaré una enorme jarra con limonada o café para la cena.
—Bien, idiota. ¿Estás listo para el ritual o no?
Preguntó Sindora haciendo que los Arqueros que vigilan mi mansión soltaran una enorme carcajada mientras cubrían sus turnos. Mariela y Lucian no se mostraron contentos ante aquello, a lo que tuve que reírme para que entendieran que era humor.
—Claro que estoy listo. Prometo el café luego de que... ¡Ah!
Sindora canalizó tan brusco el hechizo que me tiró de inmediato en el centro del ritual que tenía dibujadas las runas en el jardín de mi enorme mansión. Nuevamente hizo que los Arqueros se rieran, pero Mariela y Lucian esperaban atentos los resultados de la canalización del ritual.
Concentraba cada fragmento de su maná con una precisión impecable, guiando las energías arcanas que danzaban a su alrededor. Yo, recostado en los verdes pastos de mi jardín, sentía el suave roce de la brisa y el aroma de las flores, pero pronto toda sensación terrenal comenzó a desvanecerse. Las velas dispuestas a mí alrededor parpadeaban con un resplandor azul, reflejando las runas que Sindora había trazado en el suelo, como si éstas respiraban al ritmo de sus cánticos mágicos. Mis ojos se entrecierran y, poco a poco, las energías azuladas se hicieron más intensas, envolviéndome con su suave flujo.
De pronto, un destello cegador consumió mi visión, y cuando pude volver a abrir los ojos, me encontraba en un lugar completamente distinto. El jardín había desaparecido, reemplazado por un vasto espacio etéreo, un plano espiritual que parecía suspendido en el tiempo. Al mirar mis manos, me percaté de que eran casi transparentes, como si mi esencia misma estuviera disuelta en ese mundo. A través de mis dedos podía ver el suelo, que era de un blanco puro, tan brillante que parecía reflejar cada rincón de mi ser.
El paisaje era silencioso, con un vacío que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, pero no era un vacío sin vida. Alrededor de mí, hilos dorados y plateados flotaban en el aire, conectándose y entrelazándose, como una red infinita que parecía tejer el destino mismo.
Los hilos vibran suavemente, como si compartieran un lenguaje propio, un idioma antiguo que trascendía las palabras y narraba la historia de los que habían caminado por esos senderos antes que yo.
Cada paso que daba resonaba en un eco suave, y el suelo bajo mis pies emitía un resplandor suave que contrastaba con la inmaterialidad de mi cuerpo. El mundo espiritual que me rodeaba tenía una belleza inquietante, pero también una sensación de misterio latente, como si cada hilo ocultara secretos que solo esperaba ser revelados. Y allí, en medio de aquel reino etéreo, sentía que algo grande estaba por descubrirse, algo que conectaba mi presente con un pasado olvidado.
—¿Quién está ahí?
Sentí una brisa pasar cerca mío, como si fuera alguien que caminaba por el lugar. Me asusté de inmediato, no tengo idea de con qué almas podría encontrarme.
—Veo que finalmente lograste encontrarme.
Esa voz, esa dulce y angelical voz particular logró hacerme voltear de inmediato. Sabía de quién se trataba.
Observé a una mujer, con un aura poderosa que esperaba mi llegada, su cabello rubio estaba recogido, acompañado por una corona, su túnica era blanca y su color de piel era como la de un fantasma, una elfa noble poderosa y astuta estaba emocionada por aquella visita que tanto anheló: Mi madre, Ellina, la poderosa maga de Quel'Thalas estaba frente a mí, pero ella no parecía un espíritu en el plano, sino más bien parecía alguien perteneciente a él, como si nunca hubiera muerto.
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World of Warcraft. | Vessiorel Arcoveloz.
FanficHistoria completa de Vessiorel Arcoveloz. Un noble forestal de la alta casa de los elfos de Lunargenta que ha pasado por incontables obstáculos, pero con su astucia los ha ido superando uno por uno. Nada impedirá que siga protegiendo sus bosques ni...