Capítulo 15. | Guerra de las Espinas.

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Con el paso del tiempo, la Guerra de las Espinas llegó a nuestra civilización en la Isla Resplandeciente, decidimos mantenernos al márgen y estar fuera del ojo enemigo. ¿A qué me refiero? Es simple, mantuvimos el reino al ojo público por un buen tiempo prolongado, eso fue hasta que recibimos la terrible noticia de que Sylvanas planea atacar las costas de los kaldorei. ¿Por qué? Ni idea, pero por alguna extraña razón solicitó la presencia de mis tropas, los arqueros y gran parte de mis fuerzas de la isla en el frente.

Mi consejo, formado por: Sindora Viento Arcano, Tragoz Llama Eterna y Mariela se mostraron en desacuerdo, pero la última palabra la tengo yo, y lamentablemente si no queremos problemas, debemos acatar las órdenes de Sylvanas. Aunque ya no representa nada para mí en lo absoluto.

Por la insistencia de la Jefa de Guerra: Sylvanas Brisaveloz. Tuve que verme en la obligación de sumar mis tropas a las fuerzas de la Horda en la guerra inquebrantable contra la Alianza, más no a compartir los mismos deseos que mi anterior General Forestal de Lunargenta.

Con una reunión extraordinaria en la isla junto a todos sus habitantes, tuvimos la decisión unánime de que el reino deje de estar oculto para siempre, siendo un reino accesible a todos los miembros de la Horda mediante un orbe de traslado en el Enclave Silvestre, en especial a los elfos pertenecientes a Lunargenta, sin duda alguna, ésto ha favorecido a la economía de Quel'Thalas, las visitas continuas de los habitantes de la isla a la capital de los elfos han incrementado las ganancias para aquellos comerciantes y vendedores.

En el transcurso del tiempo, mientras las aguas han estado calmadas en el conflicto entre la Horda y la Alianza, he decidido tomar un breve descanso en compañía de mi gobierno, mientras algunos exploran tácticas para vencer en la guerra e impresionar a la Jefa de Guerra, otros deciden tomar un tiempo de relajo en Lunargenta, como es mi caso y el de muchos de mis amigos. Últimamente he estado en un constante ir y venir de la isla a la posada de Lunargenta por las exquisitas comidas costumbristas a las que me he acomodado desde pequeño, incluso antes de ser un errante.

—Ah...

Algo mareado, para mi desgracia fui despertado por el resplandor del sol que se reflejaba a través de los cristales tenues de la taberna de la ciudad. Tuve una noche alocada junto a Thranselia, Syllarion y Elrion. Ya que los jardineros antárboles nombraron a Thranselia como su protectora; La Dama Verde.

Pero antes de abrir mis ojos de par en par, fui sorprendido por la silueta de alguien muy peculiar, Thendrel Dagavil..

—¿Estabas aquí? ¿Eh?

—Buenos—Buenos días, amigo mío... ¿Cómo está el Errante más poderoso de Lunargenta?

—Ni te atrevas a jugar con mi buena amistad, Vessiorel. Dijiste que llegarías temprano después de festejar con los demás. ¿Crees que la isla y el Enclave Silvestre se manejan solos? ¿Eh? ¡Contestame!

—Vamos, no es para tanto. Se me pasó un poquito la mano...

—Claro, ¿Y por qué Thranselia llegó sobria a la isla?

—Sabes que ella ya no puede beber tanto, los jardineros son cosa seria cuando la ven mareada.

Con los últimos cambios en cuanto a la órden resplandeciente y dejar la isla accesible a todo aquel que lo desee, Thendrel fue readmitido entre las filas de los Errantes junto a Thranselia Suspirasol. Los pícaros más destacados de las altas casas élficas han decidido mantener sus labores relacionadas entre sí, sirviendo tanto a la Isla Resplandeciente como a Los Errantes de Quel'Thalas.

—¿Por qué hay tanta gente en las calles?

—¿No lo sabías? Sylvanas ha enviado nuevos avisos, necesita voluntarios para ir a algunas partes del mundo a reclutar nuevos soldados para la Horda. Con el reciente ataque a los elfos de la noche, algunos han decidido desertar por el poco honor con el que se ha enfrentado a los Kaldorei.

World of Warcraft. | Vessiorel Arcoveloz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora