|Imaginas de Lena o Katie y tú| (Versión LGBT)
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Un espacio donde nuestros sueños con nuestra amada Irlandesa se cumplen...
O
Un pequeño escape de nuestra realidad al mundo de...
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Katie hace poco tiempo había aceptado el papel protagonista de una nueva serie de terror, donde deben concurrir una antigua mansión en la cual se desarrollaría la historia.
Pero desde el primer día que puso un pie en ese lugar que podía sentir escalofríos recorrer su cuerpo por completo. No era una persona escéptica, pero sin dudas lograba alterarse lo suficiente para tratar de estar el menor tiempo y en lo posible estar acompañada en todos los momentos durante las grabaciones.
Aunque en medio de la penumbra y lúgubres escenas de la casona, el patio parecía ser salido de otro mundo, con campos de flores multicolores que siguen hasta la orilla de un río junto a un enorme sauce como un pequeño huerto en un invernadero de cristal. El cual se había convertido en su sitio favorito para descansar y repasar los libretos.
Disfrutando del paisaje mientras escucha el sonido del río, que lograba pacificar esa aterradora sensación de paranoia. Pero estas vistas no tenían comparación con el suceso de una belleza hipnotizante que cada tarde aparecía sin falta por las mismas zonas que ella frecuentaba.
Aún recuerda el primer día que la vio mientras buscaba espacio de sombra, una chica de menuda pero esbelta figura a la vez, danzaba descalza a orillas del río, mezclándose entre las flores de su alrededor, su baile era delicado, elegante y lleno de gracia, asemejándose a una camelia blanca, su belleza era deslumbrante, simplemente perfecta pero en contraste de su gracia su semblante se mostraba nostálgico, demostrándolo mediante sus pasos y gestos. Generando así un más grande misterio para la chica de cabello ondulado, sintiendo la necesidad de conocer todo de ella, aunque cuando tomaba la desicion de ir hasta la camelia, su cuerpo no le respondía, era como si tratara de una ilusión que al hablarle o intentar tocarle, se desvanecerá como las hojas de un árbol en otoño.
Aunque su extraña timidez en acercársele, no fue impedimento para verla cada tarde durante su descanso hasta que un día su ensueño no estaba allí, ni en un lugar cercano a su vista. Extrañada sale en su búsqueda, recorriendo cada pastizal y campo florar donde al estar por rendirse, la divisa a lo lejos.
A medida que avanzaba el frenesí de sus latidos era intenso, pero no demora en transformarse en una punzada de ver como la chica busca esconder su llanto al ocultarse entre sus piernas y al escuchar sus sollozos ahogó uno propio que se quedó instalado en su garganta.
¿Por qué le dolía el sufrimiento de una absoluta desconocida?
No comprendía absolutamente nada de su sentir, sólo sabía que tenía la necesidad de acallar sus tormentos como fuera, quería ver su danzar con alegría, sin dudas la magia aumentaría con ello.
Esta vez no dudo ni se inhibió, terminando con la distancia que las separaba, inclinándose a su altura para poder tocar su cabello y hacer ver que estaba ahí para ella.
