Capitulo diez.

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Díez años después.

Escucho la suave risa de mi abuelo, burlándose de nosotros.

Me levanto del suelo y limpio ligeramente la falda de mi vestido.

Jungkook también se levanta y se quita la tierra de su ropa.

Bueno....las gallinas son difíciles de atrapar.

–La próxima vez no olviden cerrar la puerta del gallinero–, mi abuelo dice mientras bebe su café tranquilamente.

–Ja.ja.ja, muy gracioso anciano–, Jungkook le dice

–Este muchacho grosero...

El abuelo murmura.

–Dejen de pelear, aún hay dos gallinas sueltas–, les digo.

Jungkook solo suspira de frustración.

Mi vida, aunque con ciertas dificultades, es muy tranquila y me encanta.

Contrario a la historia, mi abuelo logró vivir más años. Debido a que ahora estuve con él, pude darme cuenta de sus síntomas y tratarlo, además seguía en contacto con Yeona, asi que ella me facilitó conseguir un medicamento para tratar a mi abuelo.

Así conseguí mantener su vida por más tiempo. Hemos estado díez años juntos, como una familia, incluyendo a Jungkook.

Diría que yo soy más cómo su hija y Jungkook su nieto rebelde.

Ambos discuten en ocasiones pero no es nada para alarmarse, lo resuelven rápidamente.

Logro atrapar una de las gallinas, por lo que la llevo junto a las otras.

Una vez adentro, suspiro de cansancio por pasar corriendo gran parte de la mañana.

–La última es tuya, estoy cansada y aún no hemos desayunado. Voy al mercado–

–¡¿Qué?!, ¡Oye no, me dejaste a la más difícil!–, Jungkook me grita.

Yo solo tomo una canasta dónde suelo llevar las verduras y el pan.

–Ahora vuelvo–, aviso.

–Ten cuidado–, el abuelo me dice.

Simplemente sigo mi camino. Espero encontrar algunos espárragos hoy, quiero hacer una sopa de verduras.

.......

Al llegar al mercado del pueblo, de inmediato caminé hacia donde están la mayoría de verduras.

Más específicamente, un puesto de verduras dónde ya me conocen bien.

–Mi mañana se volvió más iluminada ahora que veo tus hermosos ojos, mi querida Chaerin–

Ruedo los ojos. –La mañana es igual a la de ayer y lo será igual que mañana–

–Siempre tan esquiva, mis halagos no van a llegar a tu corazón si me sigues esquivando–, hace un ligero puchero

–Es por esa razón que lo hago–, tomo algunas zanahorias, mientras busco con la mirada. –¿No hay espárragos?–

𝑽𝒊𝒗𝒊𝒓𝒆 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝒇𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒉𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora