Capitulo 30: La graduación

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La ceremonia de graduación del colegio privado Waldorf estaba llena de emoción y nerviosismo. Los alumnos, vestidos con sus togas y birretes, se movían entre risas y lágrimas, recordando los momentos vividos juntos. Zabivaka y su hermano Hunter, el golden retriever, se ubicaron en un lugar estratégico para tener una buena vista del escenario.

—Espero que Alessia esté aquí pronto —dijo Zabivaka, mirando a su alrededor con una mezcla de anticipación y ansiedad—. Me gustaría que estuviera a mi lado en este momento tan importante.

Hunter sonrió, apoyando una mano en el hombro de su hermano.

—No te preocupes, seguro que vendrá. Después de todo, ella ha estado esperando este día tanto como tú.

Zabivaka asintió, pero su mente seguía divagando. Pensaba en lo lejos que habían llegado, no solo en la escuela, sino en su relación. Desde su primer encuentro hasta los momentos que habían compartido, cada paso los había acercado más.

Mientras tanto, los discursos comenzaban, y los graduados escuchaban con atención las palabras de aliento y nostalgia de sus profesores. Zabivaka, sin embargo, no podía concentrarse por completo. Cada vez que veía un grupo de chicas, su corazón se aceleraba, esperando que Alessia apareciera entre ellas.

Finalmente, entre la multitud, divisó a la zorrita albina. Ella se acercaba, radiante con su toga y una sonrisa que iluminaba su rostro. Zabivaka sintió que su corazón latía más rápido.

—¡Alessia! —exclamó, levantando la mano para saludarla.

Ella le devolvió la sonrisa, y en un instante, todas las preocupaciones se desvanecieron.

—Lo lograste, Zabivaka —dijo ella, acercándose y dándole un cálido abrazo—. Estoy tan orgullosa de ti.

—Gracias, pero no habría sido lo mismo sin ti —respondió él, sintiendo que la felicidad lo envolvía.

Ambos se separaron un poco, y Zabivaka pudo ver a su hermano Hunter sonriendo desde el fondo. La graduación sería solo el comienzo de una nueva etapa, y juntos, estaban listos para enfrentarlo todo.

A medida que el director, un lobo blanco con lentes, se acercaba al micrófono, un silencio reverente llenó el auditorio. Todos los graduados se acomodaron en sus asientos, algunos con la vista fija en el escenario, mientras otros intercambiaban miradas nerviosas.

—Queridos graduados —comenzó el director con voz firme pero cálida—, hoy celebramos un hito importante en sus vidas. Este no solo es un momento de despedida, sino también de esperanza y nuevos comienzos. Cada uno de ustedes ha trabajado arduamente para llegar hasta aquí, y estoy seguro de que su futuro está lleno de oportunidades.

Las palabras resonaban en el aire, y algunos estudiantes comenzaron a recordar sus momentos favoritos en la escuela, lo que provocó un leve brillo en sus ojos.

—Recuerden que el éxito no siempre se mide por lo que logran, sino por cómo enfrentan los desafíos que la vida les presenta —continuó el director—. Nunca dejen de aprender, de crecer y de seguir sus sueños.

Zabivaka miró a Alessia, quien tenía una ligera lágrima en su mejilla, pero su sonrisa seguía intacta. Ella le dio un suave apretón de manos, y él supo que estaban listos para lo que vendría.

—Al final de este viaje, el verdadero valor está en las relaciones que construyen y en las experiencias que comparten —dijo el director, con una voz que parecía temblar por la emoción—. Así que abracen cada momento y mantengan su espíritu rebelde. Felicidades a la clase de 2007.

Con esas palabras, el auditorio estalló en aplausos y vítores. Muchos graduados no pudieron evitar soltar lágrimas de alegría y nostalgia, abrazándose entre sí mientras la realidad de su nueva vida comenzaba a asentarse.

Rebeldes Sin Causa 2: El desafíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora