Lujuria

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Pareja: Imperio Alemán x Imperio Ruso

Temas a tocar: Infidelidad

Quisiera aclarar, la Infidelidad no la sigo ni la recomiendo. Cualquier bastardo que le parezca divertido jugar con los sentimientos de una persona, simplemente merece estar sola. No hay acto más egoísta y bajo que traicionar a tu pareja.

No lo hagan.
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Estaba aburrido con su propia vida. No había otra forma de describirlo.

Su esposo sin duda era un buen tipo, lo consentía con todo lo que pudiese, traía regalos y flores los fines de semana. Era un tipo dulce en toda la extensión de la palabra. Claro está que existía un pequeño detalle, aquel hombre con el que juro lealtad en el altar no lo había tocado ni una sola vez.

Sinceramente creyó que deseaba ser virgen hasta el matrimonio, pero que equivocado estaba. Pensó incluso que era algo así como asexual, sin embargo la razón iba más allá.

"Dios no estaría contento con que me acueste con un hombre"

No comprende ni como fue que le propuso matrimonio si no le gustaba que dos hombres estuvieran juntos. Por supuesto que ha intentado seducirlo, acariciarlo al menos, pero cada que logra al menos que lo toque por debajo de la camisa este se levanta inmediatamente, yéndose a orar.

- ¡Amor! Vamos a llegar tarde a la iglesia - grito su esposo desde la puerta

- ¡Voy! - respondió el ruso tomando su abrigo y saliendo junto al serbio

A decir verdad incluso se sentía estresado por ello, tenía necesidades como todo ser humano, no comprendía como el idiota ese todavía seguía ante la negativa.

Al llegar a la iglesia tomaron asientos en las primeras filas. A decir verdad odiaba ir a la iglesia, más de una vez se lo había comentado al serbio pero este insistía en ir juntos, simplemente no hallaba diversión alguna en escuchar a un viejo hablar de 7 trompetas y como estas lo arrastraran al infierno.

- Me temo que el padre España ha sido cambiado de iglesia, sin embargo estaré aquí como su remplazo. Me llamo Second. Entiendo que puede ser complicado una cara nueva así que, haré mi mayor esfuerzo

Algo despertó dentro de sí al verle. Era un hombre joven bastante guapo, sus ojos eran bicolor, uno negro y el otro azul. Sonreía amablemente aunque, no pudo evitar notar la burla disfrazada en esta, como si le divirtiese que una minoría hiciera caso aún si les dijera que asesinen en nombre del todo poderoso.

Se removió un tanto inquieto al escucharle hablar más tiempo, su rostro se sintió caliente al igual que el resto de su cuerpo. No podía despegar los ojos de aquel hombre, llegando a detallar algunas otras cosas de él, como que tiene dentadura afilada y acento alemán. Su respiración se volvía pesada, optando por apretar sus piernas con fuerza mientras seguía devorándolo con la mirada.

- Oremos - fue lo que dijo el alemán viendo como todos agachaban la cabeza, todos excepto una personita en la primera fila.

Aquel hombre lo veía con hambre, parecía excitado con solo verlo, notaba su sonrojo en el rostro y su respiración agitada, también como mordía sus labios de vez en cuando. Sonrió con malicia, guiñándole un ojo coquetamente. Su padre lo había obligado a tomar esa labor, encontró algo de diversión en que la gente siguiera sus palabras como ovejas al pastor, aunque no pensó que pudiera encontrar semejante joyita.

Los días posteriores a eso cambiaron, el ruso ahora iba todos los días a la iglesia. Serbia estaba feliz porque su esposo parecía más entusiasmado ante la idea de acercarse a Dios, ignorando totalmente las alarmas mentales a base de esto. Cada que el serbio bajaba la cabeza el ruso aprovechaba para hacerle algunos gestos al alemán, como pasar su lengua por los labios de forma sugerente, o de hacer un circulo con su pulgar e índice y pasar su lengua en medio.

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