El chico de la batería

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Pareja: Imperio Alemán x Imperio Ruso

¡NSFW!
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Recostado contra el árbol se dispuso a ver al alemán. Era algo común en su día a día dentro de su universidad; estudiaba, entrenaba con su equipo de Hockey, comía y cuando estaba libre iba a aquel árbol para sentarse y observar a aquel alemán.

Siempre lo veía tocando la batería a lo cual tenía unos audífonos cubriendo sus oídos. Sonrió ante la atención y dedicación que le ponía aquel chico a aquel instrumento, suspirando enamorado mientras se relajaba más en ese árbol. La mayoría de la gente lo consideraría intimidante, debido a su estatura que rozaba los 2 metros y su cara que estaba siempre sería, era complicado conocer gente nueva ya que por lo general piensan que es un mal tipo; lo cierto es que solo es tímido, razón por la cual todavía no se atreve a acercarse al alemán para entablar una conversación con él.

A veces reúne el suficiente valor para hacerlo, pero se detiene al último momento ¿por qué? La razón es simple, volvamos a lo anterior mencionado. El es un Ruso de 2 metros con rostro que parece querer matar a alguien, mientras que el alemán mide al rededor de 1.70 y por lo general aunque se la mantenga serio también, su expresión es más relajada. Teniendo esto en cuenta no sabía si podía gustarle, no sabe si le gustan los hombres, y en caso de gustarle no sabe si tenga gusto por tipos más altos y musculosos que él.

Solo le quedaba observarlo, a pesar de todo le encantaba hacerlo. Solía pensar bastante en él, cada que patina sobre el hielo, cuando esta en alguna clase, mientras caminaba hacia su habitación. Claramente en la noche es cuando más pensaba en él, y no de la manera inocente; solía imaginar que entraba en su habitación, que se posicionaba entre sus piernas mientras le levantaba la camiseta y jugaba con su pecho.

Claro está, que esos pensamientos solo los reservaba para en la noche, no quería andar con la cara roja y un problema en sus pantalones. El día solo era para escucharlo tocar la batería y pensar en su linda cara con sonrisa de tiburón.

Abrió sus ojos con horror cuando el alemán volteo a su dirección chocando miradas. Este levantó su mano en señal de saludo haciendo que el eslavo se sintiera avergonzado, yéndose rápidamente de ahí. Esta acción solo hizo que se sintiera más estúpido, el alemán solo lo estaba saludando ¿Qué le costaba levantar la mano y hacer parecer que solo era amable? Ahora va a pensar que le cae mal o algo así.

Al caer la noche volvió a su habitación y se encerró ahí, estaba sola en esa habitación pues su último compañero no se sentía cómodo con él, le daba miedo o algo así dijo. En fin, le habían comunicado que ese día llegaría su nuevo compañero, el chico había pedido cambio pues se canso de no poder entrar a dormir, al parecer con quien compartía cuarto era un perro de primera.

Se acostó bocabajo en su cama, recapitulando lo que había pasado esa misma tarde, queriendo que la tierra lo tragase por haber hecho esa estupidez, hubiera sido el primer paso para tener una buena conversación con él. Escucho la puerta abrirse pero no tenía ánimo de levantar la cabeza para ver de quien se trataba, así que solo permaneció ahí.

Escucho el como se movían algunos cajones, supuso que estaba dejando su ropa guardada. Escucho el ruido que hacen los zapatos al caer al suelo, fue hasta algún lugar de la habitación y se paro a su lado, lo próximo que sintió fue como lo cubría con una manta, que bastardo tan tierno.

Fue ahí cuando decidió mover su rostro y así poder ver quien había sido el que lo arropo, sintiendo como su corazón se detenía por breves segundos al ver de quien se trataba.

- Hola, lo siento no quise despertarte... ¿Tú no eres el chico que estaba observándome en aquel árbol?

Zarist quiso responder, pero las palabras se atoraron en su garganta. El alemán por su parte levantó una ceja ante la falta de palabras del grandote ¿será que le cae mal? Eso sería un problema, más considerando que el tipo se ve que es fue los que se van a los golpes.

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