Al diablo mi esposo

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Pareja: Third Reich x URSS

¡NSFW!

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Una vez más se hallaba solo en la cama a plena madrugada, esperando a que su esposo se dignara tan siquiera a llamarlo. Se acomodo mejor viendo la hora en el reloj al lado, 3 de la mañana; suspiro pesadamente cambiando nuevamente de posición.

No podía conciliar el sueño, desde hace mucho tiempo de hecho. Chile y él llevan 5 años de casados, al principio todo parecía bien, pero a medida que fue pasando el tiempo las cosa fueron cambiando, pensó que tal vez halla sido la monotonía pero, estaba bastante equivocado.

Ha llegado de mal humor, cuando llega temprano se la pasa con el celular y no se preocupa de preguntarle o responderle como estuvo su día. Sabía que lo estaba engañando, lo supo desde que vio esas marcas de rasguños en la espalda de su marido.

No tenía dudas ¿Por qué seguir con él? Ni el lo sabía, a veces estaba decidido en dejarlo pero el chileno se echaba a llorar rogándole de rodillas perdón, jurando mil y un cosas, dándole la vaga ilusión de que cambiará. Patético, y estúpido el también por creerle.

Escucho la puerta abrirse y los pasos de su esposo acercarse a la habitación, entró y solamente se acostó a su lado a dormir. Olía a perfume de mujer, aún con la nula iluminación que tenía podía ver el labial en la camisa, como en las novelas.

Río en voz baja por burlarse de su propia situación, le dio la espalda dispuesto a dormir esta vez, mañana será otro día.

...

— Procura llegar temprano hoy. Cocinare algo por nuestro aniversario

— Claro bebé. Traeré el mejor vino que hallas probado en tu vida. – hablaba mientras mandaba textos a alguien. No había que ser un genio para saber a quien

Un rato después el hispano se despidió de su esposo, dándole un beso en la boca y susurrándole un "te amo". Sonrió levemente, por su cabeza paso una sola palabra: mentiroso.

Antes de casarse tenía un trabajo estable, ganaba lo suficiente como para sostenerse el mismo, al chileno y a algún hijo que hallan querido adoptar, pero el hispano no estaba de acuerdo con esto así que lo convenció de dejar el trabajo y sostener el mismo la casa. No quería hacerlo, pero termino cediendo de alguna manera.

La primera vez que estuvo tan decidido en dejarlo, lo paro frente a la puerta diciéndole aquellas palabras que tanto temía: <¿y quien te va a recibir?> Aunque no lo quisiera, tenía razón. No tenía amigos, su familia estaba en otro país, no tenia trabajo, algún conocido que lo recibiera tan siquiera... o bueno, si lo tenía.

Chile tiene un mejor amigo, un hombre serio pero cariñoso hasta donde ha visto,  suele reunirse con el hispano y tomar algunas cervezas, a veces incluso se reúnen en su casa pero, nunca a hablado con él, su esposo no lo deja.

Se recostó en la sala, poniendo algo de música antes de ponerse a hacer el oficio de la casa. ¿A quien engañaba? Ya no quería estar ahí, Chile simplemente ya no es bueno para él y al parecer viceversa tampoco, pero el desgraciado es tan hijo de puta que prefiere estar con dos al tiempo y no aceptar que su relación está más que acabada, ni siquiera en la cama es bueno. 

Pensar en ello lo ponía triste, así no imaginaba su matrimonio, se estaba esforzando por no dejarle pero dolía tan solo seguir sosteniendo la soga. Ya no sabía cuantas veces más podría ser capaz de perdonarle, o cuantas veces más se seguirá mintiendo así mismo pensando en que va a cambiar, era inútil al igual que su estúpido corazón.

En las tardes no es que halla mucho para hacer, pero ocupaba su tiempo repasando los apuntes de cuando estaba en la universidad y haciendo ejercicio.

Miro la hora, 5 de la tarde, por ser su aniversario quería al menos pensar que podrían pasar un buen rato, así que se puso manos a la obra.

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