Capitulo 36

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La noche transcurrió normal, relajada y tranquila. Yo escuchaba lo que ella decía, me encanta que hable demacido no la voy a calle es libre hablar y decir lo que siente.

Me gustaba opinar en varios puntos, pero me gustaba más escucharla y como habla con una fascinación de las cosas que le gustan, ver a la única chica del grupo expresar todo lo que sentí al hacer algo que le gusta.

—¿Estoy hablando demacido?. Perdón si suelo ser muy habladora, muchos me dicen que hablo hasta por los codos y no dejo hablar a los demás, justo como en este momento—dice y yo niego—Y lo hice de nuevo, perdoname Fede.

—No, no me molesta, al contrario me agrada que hables—digo con una media sonrisa—Me gusta escucharte y saber nuevas cosas de vos, me gusta que te expreses y no te quedes callada, ahí si sería muy incómodo.

—Gracias encerio, amaría que todos los hombres fueran como tu que escuchan.

—No soy cualquier hombre Mexicana—digo con una media sonrisa alzando mi vaso y ella sonríe.

—Eso me queda bastante claro Uruguayo.

Sonrió para después lamer suavemente mi labio inferior, ella lucia bastante bella. Ese vestido un poco pegado a cuerpo, sus grandes glúteos que fácil podrían ser una cómoda y linda almohada. Su cabello largo qué lacio fácilmente llega a la altura de la cintura. Su piel canela qué deslumbra ante todos aquí con la luz.

Varios hombres de este restaurante, han volteado más de una ocasión a verla y no con ojos inocentes. Me he echo notar que ella no está sola y esta en compañía de alguien más.

Mi mirada queda clavada en como cambia de posición para sentarse mejor, pasando sus manos por su cabello acomodandolo.

—Deja de ver Fede—digo regañándome mentalmente.

—Entonces mañana hablaremos con tus padres de que comenzarás a trabajar conmigo—digo tratándo de no pensar en cosas.

—Si, la verdad es una gran oportunidad que no creo que se nieguen.

La noche transcurrió y antes que nada grabamos unas cuantas escenas, me tocaba a mi ser camarografo. Hicimos un acuerdo que distorcionaria un poco mi voz y taparía mi rostro si salgo, dice que no le gustaría que todos piensen que tal ves agarre vistas a costa mía, aunque ami no me molesta ayudarla.

El postre frente a Yle se miraba bastante bueno, era una esfera de chocolate derretida donde se podía ver el helado cremoso en su interior. Mientras ella  probaba de su postre, no pudo evitar cerrar los ojos, deleitándose con el postre y ante ver su reacción sonrío.

—Esto es increíble—dijo, sonriendo con satisfacción.

La observo, disfrutando más de su reacción que del postre. Yle disfrutaba cada bocado qué le daba a esa gran esfera de chocolate y helado con caramelo. Era una niña pequeña en un mundo de helado.

Yo sigo comiendo mi postre y volteo a verla, ella sin darse cuenta, un poco de chocolate se quedó en la comisura de sus labios. Notó el pequeño manchón, pero no dije nada de inmediato, prefiriendo observar cómo ella seguía disfrutando del postre y de la noche.

Sin pensarlo mucho, me inclinó un poco hacia adelante y con mi pulgar, suavemente, limpió la mancha de chocolate en sus labios. El gesto fue tan natural que apenas y me di cuenta de mi acto, Pero cuando sintió el contacto, ella estaba viéndome atenta y yo me di cuenta de mi acto, justo cuando retiraba mi mano.

—Lo siento, es que..—dije algo apenado—Estabas manchada.

Por un momento, los ojos de Yle se encontraron con los mios. Había una pequeña pausa en el aire, un momento en el que el gesto pareció significar algo más que solo limpiar un poco de chocolate. Ella me mira dándome. Una sonrisa

Late Night Talking || Fede Vigevani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora