Capítulo 26. Sospechas y deseos ocultos

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Anelix estaba sola con Cassius, tras haber atendido sus heridas en silencio. La atmósfera entre ellos era tensa, cargada de preguntas sin respuestas. Cassius, con una ligera preocupación en sus ojos, rompió el silencio primero.

"Esta casa no parece muy segura para ti, por lo que acabo de ver".

Anelix, sorprendida por su comentario, lo miró con una mezcla de curiosidad y duda: "No te preocupes, me estoy quedando en casa de Rebeca. Solo vine a traer a Sofía por un rato".

Cassius frunció el ceño, su preocupación no disminuía.

"Es bueno escucharlo, pero me refiero a algo más... ya sabes... los negocios de Antony parecen muy peligrosos".

Anelix lo observó con una leve sonrisa de incredulidad. Recordaba que Cassius siempre había sido muy protector con ella, pero no entendía del todo su insistencia.

Anelix arqueó una ceja: "¿Mmn?, recuerdo que dijiste eso antes... antes de que me casara. Al final nunca comprendí a qué te referías.

Cassius la observó durante unos segundos, como si estuviera debatiendo consigo mismo hasta qué punto debía compartir lo que sabía. Hizo una pausa antes de hablar: "Puedo mostrarte si quieres".

"¿Mostrarme? ¿Qué cosa?", Anelix estaba intrigada

"No es fácil de explicar". Dijo Cassius. "Dentro de un par de semanas habrá una recaudación de fondos... No es una cualquiera. Quiero que vengas conmigo".

Anelix se inclinó hacia adelante, la curiosidad crecía dentro de ella: "¿Y qué se supone que debo ver ahí?"

"No es una simple recaudación de fondos", dijo Cassius mirándola seriamente. "Ahí se reunirán políticos y miembros de la mafia... gente peligrosa. Estoy invitado porque mi padre quiere que hable con uno de los políticos para un acuerdo. Quiero que veas con tus propios ojos a lo que me refiero cuando hablo de los peligros de los negocios de Antony".

Anelix titubeó un poco. Aunque la propuesta de Cassius sonaba arriesgada, algo dentro de ella deseaba respuestas. Si asistir a ese evento le ayudaría a entender más sobre el mundo de Antony, no podría dejarlo pasar.

"Está bien... envíame la información completa, y asistiré".

La conversación entre ambos fue interrumpida cuando Sofía entró en la habitación, corriendo con entusiasmo hacia su madre.

"¡Mamá! ¿Ya llegaste?", exclamó con una sonrisa mientras se lanzaba a abrazarla.

Anelix sonrió y la abrazó de vuelta, pero Sofía, al notar la presencia de Cassius, lo miró con ojos grandes y desconfiados. Con rapidez, se escondió detrás del vestido de su madre, mirándolo desde la sombra de su falda, con el ceño fruncido.

Anelix acarició el cabello de Sofía: "Cariño, ¿qué pasa? Este es Cassius, un amigo".

Cassius le sonrió con suavidad: "De hecho, ya la conozco. Está grande, ¿no? Creo que pronto cumplirá los 4 años, ¿verdad?"

Anelix lo miró sorprendida.

"Sí, ¿cómo lo sabes?"

Cassius se acomodó en su silla antes de responder.

"La conocí hace poco. Fuiste a mi casa a refugiarte por unos días, antes de tu accidente. No lo recuerdas, ¿verdad?"

El rostro de Anelix se tornó serio. La mención de su accidente, de esos días que parecían un agujero negro en su memoria, siempre le causaba incomodidad. "No... no recuerdo nada del accidente o de lo que sucedió antes de eso. ¿Dices que fui a refugiarme en tu casa? ¿De qué?"

El Mar de los Recuerdos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora