Desde el cumpleaños de Antony, su relación con Anelix había florecido de una manera inesperada. Ambos se mostraban más cariñosos, compartiendo momentos íntimos con una calidez renovada. Sin embargo, la sombra de Isabel seguía presente, aunque más distante. Ella apenas se acercaba a Antony, pero no podía ocultar su rabia y celos, sabiendo que sus días en la empresa estaban contados. En un mes, finalmente se marcharía, pero hasta entonces, su presencia seguía siendo un peso incómodo.
Una tarde, Antony estaba en su oficina con Anelix. Mientras la luz del atardecer se colaba por las ventanas, él decidió abordar un tema delicado.
"Amor, necesito contarte algo", dijo Antony, su tono serio, aunque lleno de afecto. Anelix lo miró curiosa, sintiendo que algo importante se avecinaba. "Debo hacer un viaje a Alemania, para supervisar personalmente unos asuntos importantes. Es imprescindible que vaya, y puede que me tome algo de tiempo".
El semblante de Anelix cambió de inmediato.
"¿Cuánto tiempo?", preguntó, tratando de mantener la calma.
"Alrededor de un mes", respondió él con cierta vacilación.
"¿Un mes?", repitió ella, sorprendida. "¿No es demasiado tiempo?"
"Sé que es mucho, pero trataré de acelerar las cosas. Prometo que volveré antes del mes, haré todo lo posible para estar contigo cuanto antes", dijo él, tomando su mano con ternura.
Anelix suspiró, sintiendo la inevitable distancia entre ellos ya empezando a formarse.
"No quiero que te vayas, pero entiendo que es algo que no puedes evitar", murmuró ella, su voz mostrando una mezcla de resignación y tristeza.
Antony la atrajo hacia él, abrazándola con fuerza. Quería asegurarle que todo estaría bien, aunque sabía lo difícil que sería para ambos estar separados tanto tiempo.
"Me iré con Erick", continuó, "e Isabel quedará a cargo de la supervisión aquí. ¿Estarás bien con eso?"
Los ojos de Anelix se endurecieron ligeramente al escuchar el nombre de Isabel. No podía evitar el malestar que le provocaba la idea de que esa mujer manejara la empresa en ausencia de Antony.
"¿Debo seguir sus órdenes?", preguntó, sin poder esconder su incomodidad.
"No necesariamente", contestó Antony, acariciando su mejilla. "Solo en temas de trabajo. Y ya le advertí que no debe tomar nada de esto a nivel personal. No dejaré que interfiera en lo nuestro".
Anelix asintió, aunque en el fondo deseaba poder tomar las riendas ella misma.
"No me agrada que ella esté al mando", admitió. "Ojalá yo pudiera ser quien te reemplazara".
Antony sonrió con suavidad: "Un día lo harás. Lo sé. Tienes todo el potencial para eso".
Ella lo miró con una mezcla de orgullo y determinación. Aunque la idea de que Isabel estuviera al frente le provocaba inquietud, confiaba en Antony. Sabía que, aunque estuvieran separados, su conexión era fuerte.
Después de esa conversación, Antony se preparó para su partida. El día del viaje llegó rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, él se fue, dejando a Anelix con un vacío en su corazón. Ahora, ella debía enfrentar las próximas semanas sin él, con Isabel a cargo de la empresa. Pero Anelix estaba decidida a no dejar que nada ni nadie interfiriera con el amor que compartía con Antony, incluso a la distancia.
Isabel no se tomó muchas discreciones mientras estaba a cargo de la empresa. A pesar de la animosidad que generaba entre varios empleados, no se podía negar que su capacidad para manejar los negocios era eficiente. Sin embargo, su actitud autoritaria y egocéntrica hacía que todos desearan su partida lo más pronto posible.
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El Mar de los Recuerdos Perdidos
Teen FictionAnelix despierta en un hospital tras un aparatoso accidente de auto, solo para descubrir que ha olvidado los últimos ocho años de su vida. Atrapada entre la confusión de no recordar su matrimonio ni a su pequeña hija, su mundo se convierte en un cao...