Capítulo 39. Atracciones cambiantes

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Anelix intentaba mantener la calma, aunque la frustración crecía con cada día que pasaba. Sabía que Antony no le mentía cuando le decía que Isabel no significaba nada más que una vieja amiga de la infancia, pero eso no cambiaba lo que veía frente a sus ojos. Isabel no perdía ninguna oportunidad para estar cerca de Antony.

Un día, mientras Anelix estaba en su escritorio, vio a Isabel inclinarse sobre Antony durante una reunión, susurrándole algo al oído mientras tocaba suavemente su brazo. Anelix frunció el ceño, tratando de concentrarse en su trabajo, pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago.

Más tarde, esa noche, cuando Antony llegó a casa, Anelix decidió que no podía quedarse callada.

"Antony, ¿puedo hablar contigo un momento?", dijo con un tono firme

Antony, cansado, dejó su maletín en la entrada y se acercó a ella. Suspiró: "Claro, amor. ¿Qué sucede?"

Anelix trataba de hablar con cautela: "Es sobre Isabel. Hoy la vi... otra vez. No puedo evitar notar cómo se comporta contigo"

Antony frunció el ceño, confundido: "¿Isabel? ¿Qué pasa con ella?"

Anelix cruzó los brazos, tratando de mantener la calma: "Sé que dices que es solo una amiga de la infancia, pero... hay algo en la forma en que actúa. Siempre está pegada a ti, tocándote, y cuando estamos en la oficina, parece hacerlo a propósito cuando sabe que estoy mirando"

Antony suspiró, se pasó la mano por el cabello y se sentó en el sofá: "Amor, ya te lo he dicho antes. Isabel es como una hermana molesta para mí. Nuestros padres fueron amigos durante años, y crecimos juntos, pero no hay nada entre nosotros. De verdad"

Anelix lo miró a los ojos, buscando alguna señal de duda, pero no encontró nada más que sinceridad. Sin embargo, su frustración no se disipaba.

"Lo sé, Antony. Te creo... pero Isabel no parece verlo de la misma manera. Cada vez que te toca, cada vez que te mira, siento que lo hace a propósito. Y me duele. No estoy pidiendo que te alejes de ella, pero... quiero que lo notes"

Antony se acercó a ella y la tomó de las manos, mirándola a los ojos.

"Amor, no hay nadie en este mundo que me importe más que tú. Isabel puede ser entrometida, sí, pero eso no significa nada para mí. Prometo que lo notaré más y seré más consciente"

Anelix asintió lentamente, agradecida por su respuesta, pero no podía evitar sentir que Isabel seguía siendo una amenaza silenciosa.

Al día siguiente, mientras trabajaba, vio a Isabel caminar hacia la oficina de Antony. Pasó junto a su escritorio, lanzándole una mirada rápida antes de entrar. María, su compañera de trabajo, observó la escena y le susurró a Anelix.

"Esa mujer, Isabel... es algo empalagosa, ¿no? Tiene un aire tan soberbio"

Anelix intentó sonreír, pero sus pensamientos estaban en otro lugar. Murmuró: "Sí... demasiado pegajosa"

"¿Te ha hecho la vida imposible, eh? ¿Y no puedes deshacerte de ella?", dijo Alfred con un tono burlón.

Anelix suspiró, dejando caer el bolígrafo sobre el escritorio.

"No es tan fácil, aunque me caiga mal, Isabel está trabajando con Antony en proyectos importantes. Es como si fuera una especie de parásito necesario... Y, siendo honesta, tiene mucha más experiencia que yo. Si intentara reemplazarla, probablemente solo estorbaría"

María la miró con picardía. "Bueno, si la situación ha llegado a este punto... ¿Por qué no lo seduces tú también? Marca tu territorio, cariño. ¡Demuestra quién manda!"

El Mar de los Recuerdos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora