♡ ᴏɴᴇ-ꜱʜᴏᴛꜱ ♡

SnK: Eren Jeager (pt 2)

Estabas en casa, finalmente tomando un respiro después de días ocupados con el trabajo. Las cortinas estaban cerradas, dejando solo un rayo de luz entrar tímidamente por la ventana. Te habías acomodado en el sofá, una manta cubriéndote mientras intentabas relajarte. Era uno de esos raros momentos en los que podías desconectar un poco, dejar de pensar en la música, los proyectos o los compromisos.

Tu celular vibró sobre la mesa, sacándote de tu pequeño trance. Lo tomaste y viste el nombre de Eren en la pantalla. Sonreíste antes de contestar.

—Hola, Eren.

—Hey, linda. —Su voz sonaba despreocupada, pero podías notar un pequeño tono juguetón detrás—. ¿Estás ocupada?

—No, para nada. Solo estoy descansando un poco.

—Perfecto —respondió rápidamente—. Quiero que salgas conmigo hoy. ¿Te parece bien?

Te quedaste en silencio un momento, mordiéndote el labio. Siempre habías sido un poco reacia a salir, preferías el confort de tu hogar, pero con Eren... las cosas eran distintas.

—Bueno, suena tentador —dijiste, haciéndote la difícil.

—Venga, prometo que te gustará. Además, si te cansas, me aseguro de traerte de vuelta en brazos si es necesario —bromeó, logrando que soltaras una pequeña carcajada.

—Está bien, pero solo si tú me ayudas a preparar los bocadillos —respondiste con una sonrisa.

—Trato hecho. Llego en 15 minutos —y con eso, colgó.

En menos de lo que esperabas, Eren ya estaba en la puerta de tu casa. Llevaba una camiseta negra y jeans cómodos, su estilo siempre relajado y simple, con esos tonos neutros que le quedaban tan bien. Sonrió al verte, y rápidamente te dirigiste a la cocina para comenzar con los preparativos.

Ambos empezaron a armar una pequeña cesta de picnic con bocadillos sencillos: sándwiches, frutas, algunas bebidas y un par de dulces.

—Tienes que enseñarme cómo haces estos sándwiches —dijo Eren mientras intentaba replicar uno de los tuyos—. Se ven demasiado bien.

—Es un secreto —respondíste con una sonrisa—. Solo te lo diré si te portas bien.

—Me porto bien siempre —dijo, levantando una ceja con un tono deliberadamente coqueto—. Bueno, la mayoría de las veces.

Terminasteis de preparar la comida y en poco tiempo estabais de camino hacia una pequeña playa en San Diego. El sol comenzaba a ponerse cuando llegaron, bañando todo en tonos dorados y rosados. El mar se extendía ante ustedes, con suaves olas rompiendo en la orilla. No había muchas personas alrededor, lo que lo hacía aún más perfecto.

—Es hermoso —comentaste, respirando el aire salado del mar.

—Lo sabía. Te dije que te gustaría —respondió Eren con una sonrisa, mientras colocaba la cesta sobre una manta en la arena.