♡ ᴏɴᴇ-ꜱʜᴏᴛꜱ ♡

KnY: Sanemi Shinazugawa

Caminabas tranquilamente hacia el palco, el sonido de los motores rugiendo en la pista llenando el ambiente. La temporada apenas comenzaba, pero ya podías sentir la tensión en el aire. Era tu primera vez en la Indycar, habiendo dejado una fuerte impresión en la Fórmula 3 y las competencias en Estados Unidos. El paddock estaba lleno de actividad, los equipos trabajando en los autos, mientras los pilotos se preparaban para las próximas prácticas. Junto a ti, tu mánager, Akira, te seguía de cerca, revisando su agenda con precisión. Ambos sabían que la competencia sería feroz este año.

Al llegar al palco, notaste a varios pilotos ya reunidos, cada uno sumido en su propio mundo. Algunos se saludaban o intercambiaban opiniones, pero no era tu estilo iniciar conversaciones. Te apoyaste en la baranda, observando cómo las prácticas de una de las escuderías rivales comenzaban en la pista.

—¿Has visto los tiempos de Shinazugawa? —comentó Akira mientras hojeaba una carpeta. Sabías que él siempre estaba un paso adelante en cuanto a la competencia, pero antes de que pudieras responder, algo llamó tu atención.

Un grupo de hombres se había acercado. Sus risas eran molestas, y aunque intentabas ignorarlos, pronto sus comentarios fueron imposibles de pasar por alto.

—Oye, chica —uno de ellos habló, con una sonrisa que no era precisamente amigable—. Deberías ponerte el traje de edecán, te quedaría mucho mejor que estar aquí con los pilotos.

Mantienes la calma, tu rostro inmutable, aunque tus ojos aqua mostraban un leve destello de fastidio. No respondías, solo los observabas sin mucho interés, esperando que se cansaran. Pero en lugar de eso, se acercaron más, creyendo que el silencio era una invitación.

—¿Qué dices? Seguro estarías mejor ahí abajo, luciendo para las cámaras —insistió otro de los hombres, avanzando hacia ti con confianza.

Justo en ese momento, una voz familiar te interrumpió.

—_____, es hora de nuestra práctica.

Giyuu Tomioka, tu compañero de escudería, apareció a tu lado, su mirada fría pero segura. Como siempre, su presencia era discreta pero imponente, lo que hizo que los hombres se detuvieran por un momento, sorprendidos.

—¿Práctica? —repitió uno de ellos, mientras tú aprovechabas la oportunidad para empujarlos levemente al pasar—. No me digas que vas a correr.

—Exactamente —respondías con una sonrisa burlona, alejándote sin darles más atención—. Suerte intentando mantenerte en mi retrovisor.

Los hombres quedaron boquiabiertos, atónitos por la forma en que los habías dejado en ridículo. Mientras caminabas junto a Giyuu hacia los autos, no podías evitar sentir una pequeña satisfacción interna. Desde que llegaste al mundo de la Indycar, sabías que no todos estarían preparados para ti. Y esa era tu ventaja.