En una pequeña ciudad costera, Kathryn es una talentosa actriz que ha decidido tomarse un descanso de Hollywood para redescubrir su pasión por la actuación en el teatro local. Joe, un joven aspirante a actor, sueña con salir de su pueblo y hacer una...
La tarde había caído en el pequeño pueblo, y la luz del sol se desvanecía lentamente, dejando una suave brisa que se colaba por las ventanas del apartamento de Kathryn. Las sombras danzaban en las paredes, creando un ambiente acogedor que invitaba a la intimidad. Kathryn estaba nerviosa, aunque no sabía exactamente por qué. La reciente conexión con Joe la mantenía en un estado de euforia y ansiedad. Quería hablar, pero algo en su interior la frenaba.
La atmósfera en la casa de Kathryn se sentía densa, cargada de una tensión palpable. Joe estaba a punto de decir algo importante, lo sentía en su mirada, en el modo en que buscaba sus palabras, pero Kathryn no podía permitirse escucharlo. No estaba lista, no ahora.
Justo cuando Joe abrió la boca, Kathryn se levantó bruscamente, casi tropezándose con su propio nerviosismo.
—¿Te gusta la música? —preguntó, en un tono demasiado alto, casi forzado.
Joe la miró, sorprendido por el cambio repentino de tema. Él había estado a punto de profundizar en algo que sentía desde hacía tiempo, pero el corte abrupto lo dejó sin palabras. Aún así, respondió con una sonrisa leve.
—Sí, claro. Me encanta —respondió, con una nota de confusión en su voz.
Kathryn, sin esperar más, se dirigió rápidamente hacia su tocadiscos. Su mente estaba en un caos absoluto, pero encontró refugio en el primer vinilo que sacó. Era Grimsson, su álbum favorito. Colocó el disco con dedos ligeramente temblorosos y dejó que la aguja cayera con un suave "clic". Cuando la música empezó a sonar, Kathryn dejó escapar un suspiro aliviado. Podía sentir cómo su cuerpo se relajaba, pero su mente seguía corriendo a mil por hora.
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Joe observaba todo con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Era evidente que Kathryn estaba evitando algo, pero no estaba seguro de qué.
La primera canción comenzó, y Kathryn, en un intento desesperado de mantener la conversación alejada de temas profundos, empezó a cantar suavemente un fragmento, su voz apenas por encima del volumen de la música.
—"She says she's going nowhere... and nowhere's the place to be..." —entonaba, con una sonrisa nerviosa.
—Es una buena canción —comentó Joe, intentando retomar la conversación.
Pero antes de que pudiera continuar, Kathryn lo interrumpió otra vez.
—¿Sabes por qué me gusta tanto Grimsson? —dijo, con los ojos brillando, pero sin mirarlo directamente—. Sus letras son tan... crudas, tan reales. No es solo música, es una narración honesta de todo lo que uno siente pero no puede decir en palabras.
Joe intentó nuevamente intervenir, pero Kathryn estaba demasiado inmersa en su monólogo para darse cuenta. Continuó hablando sobre cada una de las canciones, su pasión creciente a medida que cada melodía sonaba. Joe la escuchaba con una mezcla de fascinación y desconcierto. Se notaba que estaba nerviosa, hablando a un ritmo acelerado, como si temiera que el silencio les forzara a hablar de lo que realmente importaba.