Un impacto directo

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La plática con Jake se había alargado más de lo que pensaba, ya cuando miro por las ventanas del local estaban las calles oscurecidas y las luces encendidas, ya se estaba haciendo de noche y creo que ya era momento de irse.

Se había pasado el tiempo conversando con Jake y probando los postres que ofrecían en la cafetería, le da vergüenza admitir que seguramente comió muchos más dulces de lo que debería.

No iba a negar que el ambiente del local era acogedora y daba un gusto estar allí.

Pidió una bolsa para llevarse el resto de los dulces, mientras se disponían a pagar la cuenta.

Obviamente no dejaría que Jake pagara (después de todo fue el que de los dos comió más)

Nuevamente Tom se ofreció a llevar a Jake a su casa y este acepto, pero le pregunto si tal daban una vuelta antes de irse para seguir con la plática.

Tom no se opuso a nada con tal de pasar tiempo con Jake.

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-Realmente era un lugar bonito con excelente dulces – Tom aun podía saborear la dulzura de aquellos exquisitos postres.

-¿Verdad que si? Miriam lleva desde hace más de 40 años dedicándose a la repostería, esa experiencia es difícil de replicar.

-Bastante, debería tal vez pasar más seguido allá – le comento Tom.

-Oh, ¿para pedir dulces o para venir a verme? – jugo un poco Jake con Tom, le encantaba lo fácil que era verlo avergonzado.

-Definitivamente para verte, la comida quedaría en segundo plano – dijo Tom sin pensarlo mucho.

Ahora era momento de Jake sentir que sus mejillas se sonrojaban un poco ante el comentario, se lo estaban haciendo a él.

Pudo ver como Tom se reía levemente al verlo.

-Jajaja ahora quien es el que esta avergonzado – molesto un poco el policía al verlo hacer un pucherito.

Era tan adorable como fruncía la boca. Se veía tan tierno como un cachorrito enojado.

Antes de darse cuenta ya habían llegado a la casa de Jake y este se volvió para agradecer a Tom por dejarlo.

-Muchas gracias, me encanto esa cafetería, lamento no haberla conocido antes.

Aunque el peli azul en lugar de despedir y bajarse se quedó aun en el asiento del copiloto.

-¿Eso es todo? – pregunto Jake.

-¿Qué más quieres? – la pregunta se le hacía un poco extraña a Tom.

-Bueno...se me ocurre algo, pero acércate un poquito por favor – le pedía Jake.

Tom se inclinó un poco tal vez esperando que el joven repostero le dijera algo, lo que si no espera, fue un beso largo y tierno en la mejilla casi muy cerca de sus labios.

Se puso rojo de golpe y muy probablemente Jake sintió con sus labios como las mejillas de Tom irradiaban un calor intenso.

Vio a Jake salir del auto con una sonrisa juguetona y le deseo buenas noches y gracias por la salida.

Tom se despidió con una sonrisa tonta, sin poder encontrar su voz para despedirse, sintiendo que si hablaba no saldría palabra coherente de él.

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Convivir con el enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora