Capítulo 10

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Samantha

— Sam, lamento mucho cómo me comporté la última vez. No debí decir todo eso que dije, sabes que aprecio a Darren y estoy muy feliz por ustedes — dijo alargando el brazo para alcanzar mi mano con el suyo.

Yo sonreí, debo confesar que estaba preocupada y nerviosa por este encuentro ya que por alguna razón en cuanto recibí noticias sobre Finn algo dentro de mí me puso en alerta y cuando me invitó a comer me puse aún más nerviosa. Tal vez porque estaba pensando demasiado las cosas o porque la última vez que hablé con él lo noté un poco extraño respecto a mi matrimonio con Darren, sin embargo, ahora que dijo eso un gran peso abandonó mi cuerpo.

Esa tarde comimos camarones con Finn, tomamos vino y hablamos animadamente de trivialidades, fue una tarde agradable y me puso contenta recuperar a mi amigo y tener a alguien con quién hablar y reír, ya que desde que Darren volvió a Seattle me he sentido algo deprimida.

— ¿Nos vemos el fin de semana en la exposición de arte de Margot? — me preguntó mientras nos dirigíamos al estacionamiento en busca de nuestros coches.

— Vale, nos encontramos ahí — dije y me despedí de él con un abrazo.

— ¿Es tu coche?— preguntó registrando con los ojos mi nuevo auto.

— Si, es mío.

—¡Menudo coche! ¡Es impresionante!— exclamó Finn con un brillo en sus ojos, yo me reí al ver su reacción.

— Si, es muy linda — comenté.

Darren me regaló un Jaguar F-Pace gris oscuro, no entiendo mucho de autos, sin embargo, debo confesar que me enamore a primera vista de este auto y no pensé que me gustaría tanto manejarlo como lo hago, es un verdadero placer cada vez que me subo a ello.

— Me regaló Darren.

— ¿Puedo verlo ?— preguntó y se acercó al coche sin esperar mi respuesta, como tenía la puerta del conductor abierta entró para husmear sin perderse ningún detalle — Por cierto — dijo Finn, hablando desde el interior del coche — Te traje un libro, casi olvido de darte, lo tengo ahí en mi coche — salió del auto y me miró con su habitual rostro risueño — Ven, te lo daré o lo tendré ahí hasta Dios sabe cuándo.

Lo seguí hasta dónde tenía su coche y antes de que pudiera preguntarle de que libro trataba un ensordecedor ruido estalló en mis oídos y sentí un golpe en la cabeza del lado derecho, luego mi vista se nublo por completo y perdí la conciencia.

Cuando desperté estaba en una habitación oscura y fría, estaba vacía excepto por unas cajas de cartones amontonados en una esquina y un estante de metal cerca de la puerta, me levanté a duras penas del suelo frío.

Mi cabeza iba a estallar en cualquier momento, había una mezcla de olor que no podía descifrar con exactitud, era como una mezcla de metal oxidado, humedad y algo rancio que me fue imposible averiguar de que trataba.

Trate de levantarme una vez más, pero mis piernas flaquearon y rebote en el piso frío, algo húmedo y espeso se sintió en mi cabeza y note que mi cabello estaba pegajoso y olía a metal oxidado.

Palpe con suavidad mi cuero cabelludo y mis dedos se humedecieron con esa espesa y pegajosa cosa que tenía en mi cabeza.

Observé la mano que había llevado a descubrir lo que tenía y tarde en darme cuenta de que era sangre, en partes porque la habitación estaba algo oscura y porque también me encontraba demasiado desorientada como para saber que ese líquido pegajoso y espeso era sangre. Sangre, pensé...¿Me caí?¿Cómo me lastimé la cabeza?¿Dónde estoy?¿Qué pasó?

Por Siempre Darren #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora