Capítulo 16

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Samantha

—¿Qué?— soltó Darren cuando pillo mi penetrante mirada sobre su espalda.

— Nada — respondí, él asintió con la cabeza y volvió a sus ejercicios. Estaba haciendo dominadas en barra sin camiseta, su espalda ancha y musculosa se marcaban cada vez que tiraba lentamente hacia arriba.

Hace unos días nos enteramos de que estaba embarazada de 5 semanas, debí quedarme en cinta ni bien Darren llegó a Australia, los síntomas en realidad todavía no son tan recurrentes. A veces tengo náuseas matutinas y nada más, sin embargo, desde que el resultado de la ecografía salió Darren me ha tratado diferente.

Y con diferente me refiero a totalmente diferente, ahora ya no tenemos sexo duro y salvaje como solía ser, ahora hacemos el amor de una manera más suave, tan suave como el toque de un algodón, tampoco me obliga a entrenar o algo así, ni siquiera me deja jugar con Perrito para no golpearme accidentalmente o lo que sea que según él puede ocurrir. La cuestión es que está tan sobreprotector que, en simples palabras, ¡Estoy enloqueciendo! Estoy sumamente agobiada por su sobreprotección y ya no lo aguanto.

Dentro de tres días iremos a Seattle y yo he estado trabajando intensamente, lo cual por supuesto él no aprueba porque al parecer nuestro hijo saldrá con tres cabezas si me sigo "sobre exigiendo"

Hasta ha hablado con Margot de la posibilidad de atrasar el lanzamiento del libro, cosa que yo no aprobé para nada, porque lo que más quiero es terminar ya el libro. De hecho, como estuve trabajando sin cesar hice varias entrevistas con sus colegas, exasesores, periodistas, familiares y otros más para reunir más información de sus comienzos como artistas, ya tenía lo suficiente para terminar el libro, pero con la sobreprotección de Darren no he podido escribir más de 200 palabras al día y eso era sumamente frustrante.

— ¿Quieres tomar algo? — preguntó sacándose los guantes de entrenamiento.

— Si — dije, simplemente para probar lo que es capaz de hacer cuando digo que quiero algo — Se me antoja helado de cereza.

— ¿En serio? Bien, me iré ahora mismo a buscar.

Y lo hizo, se puso una camiseta, se subió al coche y en menos de 5 minutos ya tenía mi helado de cereza. Y mientras me estaba comiendo mi helado él fue a ducharse y en medio de esa ducha fui hasta él y le dije que se me antojaban comer lamington, unos postres típicos de Australia.

De inmediato terminó de ducharse, se vistió con rapidez, se subió al coche y en menos de 5 minutos ya tenía en mis manos los lamington. Durante todo el día estuve así, me senté en el sofá y le pedía cosas que no había en la casa para ver qué tan rápido iba a comprarme, me pregunté cuando empezaría a impacientarse, pero ni siquiera ponía mala cara cuando le pedía algo.

Para la cena Darren preparó langostinos, me senté en silencio para comer junto a él, pero antes de meter un bocado en mi boca levanté inocentemente la mirada en su rostro agotado, hoy se pasó de un lado a otro cumpliendo con mis caprichos por lo que el cansancio traspasa su semblante

— Darren — le dije.

— ¿Sí?¿Necesitas algo?¿No te gusta?¿Quieres comer otra cosa? — preguntó sin tomarse el tiempo de respirar, lo contemple deslumbrada por su actitud apasionada y enérgica.

— Si, bueno. Se me antoja pizza — respondí, sobre mis palabras se puso en marcha y en menos de un minuto ya el coche estaba saliendo nuevamente de la casa.

En un pestañeo me había quedado sola, estaba impresionada y asustada al mismo tiempo.

— Está loco — comenté en voz alta — Ese hombre está loco — le hice saber a Perrito y dejé salir un suspiro.

Por Siempre Darren #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora