Capítulo 11

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Darren

Fueron tres días de búsqueda, la angustia se había apoderado de mí y por más que trataba de pensar en que la encontraría sana y salva me resultaba difícil no traer otro tipos de pensamientos en mi cabeza, tales escenarios me enloquecían y a la vez me quitaba toda la fuerza.

Los constantes jaquecas se hicieron parte de mí, había momentos en el que sentía estar en una burbuja, nada parecía real y luego me obligaba a volver a la realidad a mi cruda realidad.

Moví mis influencias de aquí para allá, hablé con gobernadores, jefes de policías, ministros. Moví incansablemente todo lo que hubo por haber, pero los resultados no eran buenos. Y no entendía cómo podría ser eso posible, ni siquiera podría entender porque seguíamos pasando por todo esto, porque la vida estaba tan encaprichada con nosotros.

Sus padres llegarán hoy a la tarde, ¿Cómo podré verles la cara?¿Cómo voy a mirar los ojos de su madre? Mi mujer fue secuestrada por un lunático mientras yo estaba sentado en mi oficina en otro continente.

— No has dormido, ni has comido. Tienes que alimentarte y descansar, no podrás encontrarla si estás débil — habló Elio en un tono amistoso.

— No estoy débil, estoy decidida a convertirme en asesino. Lo voy a matar, lo cortare en pedazos y les daré de comer a los cerdos con su carne — respondí con la mirada fija en el estante de libros que hay en la sala.

Elio aclaro la garganta y exhala un suspiro apoyando una mano en mi hombro.

— Entiendo, pero para hacer eso necesitas estar bien y si no comes ni duermes no creo que puedas hacer nada.

— Sabía que algo no cuadraba en él, lo sabía y aun así la dejé sola. Debería haberme quedado con ella el tiempo que le llevaba a cumplir su trabajo, debería haber estado a su lado sin importar que.

Elio carraspeó y volvió a mirar el techo.

— ¿Cómo ibas a saber de lo que realmente era capaz ese tipo? Está claro que un psicópata, ninguno pudimos ver qué clase de lunático es.

Ante mis ojos danzó las peores imágenes en la que podría estar, apenas logré pasar la saliva por mi garganta y me froté los ojos bruscamente, llevo dos horas mirando sin descansar la pantalla de mi móvil. El detective quedó con mandarme noticias nuevas del caso, pero yo no podía esperar más, no puedo esperar que esas personas la encuentren, ni siquiera estoy seguro de si la están buscando como se debe.

Anoche estuve recorriendo cada esquina cerca del restaurante donde fue vista la última vez, pero ni siquiera logré conseguir pistas nuevas. Estoy desesperado hasta las médulas.

— Oye, iré a hacer algunas compras en el mercado, ¿Necesitas algo?— preguntó Elio, yo negué con la cabeza — Voy a usar la bici que está ahí, ¿Es de Sam?

— Si — dije y tragué con dificultad — Es de ella.

— Bien, vuelvo en un rato. Trata de dormir, por favor. Tu hermana es un dolor de cabeza, quiere que te cuide, así que descansa un poco para que le puedas dar tranquilidad por un rato.

Asentí. Y una vez que me quedé solo me levanté de la mesa y recorrí con los ojos la casa, había un silencio terrenal que me aturdió.

Por dónde miraba podía imaginar a Sam caminando con una sonrisa o tarareando una de esas canciones pop mediocre que tanto le gusta, a veces lo cantaba a todo pulmón solo para molestarme y luego se reía burlándose de mí, entonces yo la agarraba, la atraía a mi para besarla y después hacer el amor.

Observé a Perrito que ha estado tendido sobre la alfombra turca de la sala, escondiendo su rostro entre sus patitas. Ha estado así desde que llegué, como si supiera que Samy no está.

Por Siempre Darren #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora