Capítulo 20

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Samantha

— Ve a abrir la puerta tú, yo dejaré la ciudad  o algo asi — manifestó Darren empujándome hacia la recepción — Después de todo, es tu culpa.

— ¿Mi culpa?— solté girando la cabeza hacia él, mi mejilla rozó con sus labios carnosos y eso sólo despertó en mi las ganas de besarlo.

— Eres una niña muy mimada. Demasiada consentida por todos — comentó intentando actuar molestó, pero en su expresión había un destello de felicidad y orgullo, estaba feliz de que todos me consintieran — Si hubiera sabido que casarme contigo era básicamente casarme con otras diez personas más no me hubiera casado.

— ¿De verdad? ¿Todo por qué soy consentida? ¡No es mi culpa ser un algodón de azúcar que todos aman! —  exclamé con dramatismo.

— Mírate, ¿No sabes lo que es la humildad?

— ¿Humildad? Me case con el hombre más rico del mundo, mis suegros y mi madre se están peleando en la cocina por quién me prepara la comida primero, mi padrastro es un cantante famoso ganador de Grammys y para rematar ¡Estoy escribiendo el libro de la artista más importante de esta generación! — respondí eufórica — Querido — dije con bastante arrogancia — La humildad abandonó mi diccionario hace mucho.

— Aunque todavía queda un poco — dijo deteniendo sus pasos, me agarró del cuello y me beso en la boca — Porque no mencionaste que eres la mujer más hermosa del mundo.

— Bueno, todavía me aferro al último pedazo de humildad que me queda — respondí riendo.

— Eso veo — dijo él atrapando mi labio inferior entre sus dientes.

El timbre volvió a sonar, obligándonos a separarnos. Abrí la puerta y repasé con la mirada las tres caras adultas que había, luego a los dos niños en los brazos de Peter y al bebé en los brazos de Megan.

Darren suspiro a mi lado. Y yo sonreí de oreja a oreja.

— ¿Qué demonios hacen acá?— soltó él fastidiado.

— Vaya recibiendo, hombre — se quejó Megan.

— ¿Esperabas una sonrisa y una canasta de frutas? — replicó Darren y se acercó a ella para tomar la mano de la pequeña.

— Pues si, si es que vamos a pretender ser personas civilizadas esperaría que me den la bienvenida cuando llego de visita a una casa.

— Bienvenidos — dije yo, ya ni estaba sorprendida por todas estas visitas que seguían llegando — Por favor, sean todos bienvenidos, pasen.

— ¿Cómo estás Sam? Elio te mando algunas vitaminas y yo te traje mi diario — manifestó Davina y sin más me abrazo, su olor a almizcle, rosa turla y sándalo embriagó mis fosas nasales.

Lo mire desorientada.

— ¿Tu diario?— pregunté con los ceños fruncidos — ¿Vitaminas?

— Es mi diario del embarazo, te ayudará mucho porque te anticipa a lo que se viene, especialmente para la hora del parto — contesto con la serenidad que la caracteriza.

— ¿Anticipar a qué? Tiene que abrir sus piernas y pujar hasta que su pequeño ser humano decida abandonar su útero, no te hagas la especial. Ella es capaz de saber que hacer cuando tenga contracciones, creeme que sabrá que hacer — la interrumpió Megan meneando la cabeza, después me miró con un rostro más suave — Yo te traje la ropa que usaron mis niños durante las primeras semanas. Lo bajaste del coche, ¿No, Peter?

— ¿Crees que necesita tu caridad? Lleva a alguna ONG esa cosa, ¡Mi sobrino no usará ropa usada! — soltó Davina.

— Hola, Peter — le saludó ignorando la discusión que estaban teniendo Megan y Davina.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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Por Siempre Darren #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora