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Era miércoles y el menos cursaba sus clases de fotografía, ese día no tenía trabajo sucio, pero de igual forma cargaba su teléfono. Era en vano, su perfil no estaba disponible, pero el número del tal Tom estaba agendado en ese móvil.

Ese día había decidido cortar semana en un bar con sus amigos de siempre, necesitaba un poco de alcohol en su torrente sanguíneo para continuar con lo que quedaba de esta.

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— ¿Qué harás esta noche? — preguntaba la pelinegra entrando a la oficina que Tom tenía en su casa.

Este negaba restándole importancia: — Solo veré los últimos movimientos de la cuenta. Nada especial.

— ¿Quieres que cancele a Edward y hagamos algo aquí? — preguntaba con su voz dulce.

— No, bebé. — respondía dulcemente. — Sal y diviértete.

— Lo ví el lunes, puedo esperar al viernes. — replicaba.

Tom sabía que a la primera que le dijera a su falsa esposa y mejor amiga que plantara a su amante , está volvería a albergar falsas esperanzas. Él no le haría eso.

— Sé que quieres verlo. Hoy es noche de películas con él. Sal, yo estaré bien. — respondía dando un suave apretón a la pequeña mano que la pelinegra había apoyado en su escritorio.

Está tenía un inevitable puchero dibujado en su bello rostro.

— Te escuché discutir con tu padre hoy, ¿todo está mal? — preguntaba cambiando de tema.

Tom la soltaba y volvía a acomodarse en su silla.

— Cree que, económicamente hablando, mi escuela es una perdida de dinero, pero políticamente está conforme. — soltaba asqueado. — No me insiste en cerrarla porque le sirve, por ahora.

Suspiraba presionando su sien, la pelinegra sentía tanta lastima por todo aquello con lo que el mayor cargaba en sus hombros.

— Tom, cariño. Necesitas distraerte. — insistía. — Tienes que hacer algo.

Tom recordaba la voz de aquel chico y una sonrisa tiraba de sus labios, se sinceraría con Jessica.

— Hice algo ridículo, pero repetiré. — soltaba.

— ¿Qué es eso? — preguntaba curiosa dándole toda su atención.

— Bueno, la otra noche que saliste estaba por internet leyendo comentarios sobre mí — bufaba. — De repente me salió un anuncio de un sitio web de llamadas eróticas.

— ¿No lo hiciste? — replicaba divertida.

— Si lo hice. — respondió entre risas. — Aunque me acordé en el momento en el que me estaba sintiendo acalorado.

— ¿Por qué?

— Elegí el perfil de un chico nuevo en el sitio, tiene voz de infarto. — contaba restregando su rostro. — Pero solo me asusté cuando mi cuerpo comenzó a responder a sus palabras sucias.

— ¿Y puedes verlo? me refiero a  encontrarte con él ¿o ese chance no está?

— Aún si fuera posible, no lo haría Jessie. Es peligroso.

— Eres increíble. — bufaba. — Me iré, llámalo y está vez, no cortes.

Ordenaba lo último de forma sería obligando a Tom a asentir divertido. La pelinegra abandonaba el recinto en el que ambos vivían y luego de horas Tom ya tenía la vista cansada de tener sus ojos fijos en el computador viendo todos los movimientos y futuros planes.

𝙡𝙞́𝙣𝙚𝙖 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙧𝙡𝙖𝙩𝙖 ↧✰࿚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora