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Se acercaban al elevador con aquel
piso sumido en una luz tenue, realmente no había nadie más que
ellos.

— Ve tu primero. — decía Tom
acomodando las rastas de Bill. — Dios... — soltaba con un suspiro
pegando su frente a la de Bill. — Sé que ya te lo pedí... pero, podemos hacer esto. Sé que sueno asquerosamente egoísta, pero te necesito.

Bill estaba tenso cerca del empresario, con ojos cerrados aspirando su fragancia y con ambas manos sobre su cintura. Él también lo necesitaba.

— ¿Eres dueño de este edificio? — preguntaba Bill levantando su
rostro y rozando su nariz a la ajena.

Solo disfrutando la cercanía del
empresario.

— No, mi madre es la dueña. — respondía con una sonrisa suave. — Por cierto, esa ropa te queda preciosa. — halagaba.

— Este traje te hace ver aburrido. — respondía Bill. — Te lo hubiera
quitado completo, pero debo volver... — se alejaba y se metía al elevador. — ¿Puedo volver a verte pronto? — preguntaba con timidez.

— Si, si puedes... — Tom se apoyaba
en la puerta para que esta no se
cerrara. — ¿Puedo raptarte mañana en la noche? — el rastafari asentía. — ¿En qué piso estás ahora?

Bill reía y negaba: — Eso no te incumbe. — decía con una sonrisa
coqueta empujando a Tom para que
el elevador pudiera cerrar sus puertas.

Rápidamente, Tom tiraba de su
muñeca y atrapaba a Bill de su
cuello para succionar su labio inferior
y terminar en una suave mordida.

— Ay, dios... — resoplaba Bill con ojos cerrados y pulso acelerado. — Déjame ir porque no puedo irme contigo y es todo lo que quiero hacer ahora... — la voz gruesa del chico le enviaba un descarga eléctrica que comenzaba en su nuca y descendía a su entrepierna.

— Billy... — susurraba viendo cómo
el chico se alejaba de él intentando
escapar de forma lenta de sus brazos.

— Diviértete, guapo. — decía presionando el botón para volver a su
propia fiesta laboral.

Tom se acomodaba su ropa sin
prestarle mucha atención y suspiraba
preparándose mentalmente para
volver a la aburrida fiesta empresarial entre colegas hipócritas.

Al llegar agarraba rápidamente una
copa de champagne y la bebía de un
solo trago.

— ¿Pudiste respirar un poco de aire?
— preguntaba su madre, apareciendo
detrás de él.

Tom tragaba el poco líquido en su boca de repente, si el lugar hubiera estado en silencio se hubiera escuchado como tragaba.

— Si, lo hice gracias... toma. — exclamaba devolviéndole la llave. — Hermoso edificio, por cierto.

Su madre le sonreía y lo llevaba donde estaba Jessica con otras personas, si tan solo supiera que en vez de tomar aire, este había sido consumido por el huracán Bill.

El chico simplemente ponía su mundo de cabeza y haberlo visto había dejado en claro lo mucho que le temía perderlo.

¿Pero como perder alguien que
técnicamente, no te pertenece?

Ambos chicos no pasaron el resto
de sus horas concentrados, por lo
que Jessica por su lado, entendió a la
perfección que era hora de sacar a su
amigo de aquel lugar.

Le informaban a sus padres, quienes
para su sorpresa también se irían
temprano. La madre de Tom tenía gente a cargo para luego dejar todo en orden, así que la pareja mas joven dejaba el lugar con los padres de Tom en el mismo elevador.

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⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

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𝙡𝙞́𝙣𝙚𝙖 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙧𝙡𝙖𝙩𝙖 ↧✰࿚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora