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Luego de aquel movimiento
provocador por parte de Bill, el
apretón en el pelo que le daba Tom
se intensificaba para comenzar a
embestirlo con fuerza. Tal y como Bill le había pedido.

— ¡Joder! Si, dios...más, más. —  rogaba como desquiciado el azabache. — Ay, joder ..me estás follando. — susurraba casi de forma incomprensible para el mayor que estaba sumido en su propio lago de placer.

«Joder, no podré dejar esto»

Pensaba al sentirse tan bien apretado,
sus caderas arremetían hacía adelante dando en el punto exacto de Bill.

Si seguía golpeando de aquella forma
al menor, este se correría rápidamente.

— ¡Oh, dios!... Tom, maldita sea. — exclamaba gimiendo alto sin pudor.

El sonido de pieles chocando cuál
palmas era ensordecedor, era perfecto
y la música del recibidor apenas llegaba a la habitación.

— Me apriet-tas...tan bien, bonito. Tan
bien. — mascullaba de forma ronca. Su mano ataba el enmarañado cabello
para tomar al menor por la caderas y
embestir más fuerte sin darle respiro a Bill.

— Si, joder, ¡oh...mierda!

Bill no aguantaría tanto si aquel hombre seguía follandolo de aquella manera. Su frente caía sobre la almohada mullida de rico olor para sostenerse, sus brazos se estaban venciendo. Joder, estaba siendo bien embestido.

«No puedo creerlo. No puedo creerlo.»

Su cabeza estaba revolucionada y su
cuerpo estaba siendo grandemente
complacido.

Las piernas de Tom estaban
fallando, hacía rato no hacía ese tipo
de actividad fisica tan deliciosa, así
que ralentizaba solo un poco sus
movimientos.

En ese entonces Bill se dejaba
caer y Tom aterrizaba sobre él, sus
movimientos eran circulares y más
intensos, de nuevo mordía y besaba el
cuello de Bill, saboreándose en
el proceso el sudor del cuerpo ajeno.

Apoyado sobre sus codos cambiaba
los movimientos circulares por
movimientos pélvicos de arriba hacía
abajo.

— ¡Oh, dios! — Bill iba a correrse. — ¡Oh, joder, ya.. ah, mierda!

— Aguanta un poco más. — susurraba
el mayor en el lóbulo de Bill.
Ralentizaba los movimientos para
alargar aquel momento. —  Eres
delicioso

— ¿Lo soy?

— Queria follarte desde que entraste.

— Yo queria que lo hicieras. — respondía Bill. No solía hablar durante el sexo, pero se le estaba dando bastante bien con el empresario.

Su mano iba directa al culo del mayor
para hacer más presión y sentirlo
enterrarse aún más profundo.
Una embestida ruda aparecía.

— ¿Te gusta mi polla, Billy?

— Me encanta tu p-polla, Tom. — respondía clavando sus uñas en el
glúteo del empresario.

— Me encanta tu culo. — una mordida
en su lóbulo más otra estocada perfecta.

— ¡Ah! — Bill mordía la almohada.

— No muerdas la almohada, me
encanta escucharte gemir mientras te
rompo el culo.

«¡Joder!»

El menor abría los ojos y reía entre
gemidos.

— Me llenas tan bien, pero ya no
aguanto. Por favor... — rogaba el rastafari.

𝙡𝙞́𝙣𝙚𝙖 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙧𝙡𝙖𝙩𝙖 ↧✰࿚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora